15. El Milenio (Ap. 20:1-10)
Al reino milenario se le dan varios nombres en las Escrituras. En Mat_19:28 Jesús
lo llama “la regeneración”. Hch_3:19 describe el reino como “tiempos de refrigerio”, mientras que el versículo 21 de ese capítulo lo
llama “los tiempos de la restauración de todas las cosas”. El apóstol Pablo se
refiere a él en Efe_1:10 como “la
dispensación del cumplimiento de los tiempos”. La enseñanza bíblica acerca del
reino no se limita al Nuevo Testamento. El reino es un tema importante a lo
largo de las Escrituras; es la meta a la que se dirige toda la historia de la
redención.
Tomar el texto de Apo_20:1-15 (y muchos otros pasajes bíblicos que se refieren al reino terrenal) tal y como está conduce a
una interpretación premilenaria de la escatología. Es decir, Cristo vendrá y
entonces establecerá un reino literal en la tierra, que durará por mil años.
Hay dos otras interpretaciones principales del reino milenario: el
posmilenarismo y el amilenarismo. En la página siguiente se presenta un resumen
de cada punto de vista. En el corazón del debate sobre los distintos puntos de
vista con relación al milenio, está el tema de la hermenéutica. Todas las
partes en debate están de acuerdo en que interpretar la profecía del Antiguo
Testamento literalmente conduce naturalmente al premilenarismo.
PRINCIPALES PUNTOS DE VISTA CON RELACIÓN AL MILENIO
Aunque no es una descripción exhaustiva del reino
terrenal, Apo_20:1-10 sella toda la revelación bíblica sobre el milenio, al mostrar cuatro verdades esenciales
sobre él.
1. LA RECLUSIÓN DE SATANÁS
Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran
cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo
y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso
su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen
cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. (Apo_20:1-3)
El primer asunto que ocupa la atención
del Rey al establecer su reino es el confinamiento del cabecilla de los
rebeldes. La reclusión de Satanás cambiará radicalmente al mundo. Por ese
tiempo, Dios habrá destruido a todos los rebeldes humanos. Los que
sobrevivieron a los juicios de la tribulación habrán sido ejecutados en
Armagedón (Apo_19:11-21) o en el juicio de los cabritos (Mat_25:31-46). Los líderes
de la rebelión mundial, la bestia (el anticristo) y el falso profeta, habrán
sido lanzados al lago de fuego (Apo_19:20). El paso final en la
preparación del reino será la exclusión de Satanás y sus
demonios.
Como ocurre a menudo en
Apocalipsis, la frase “[Y] vi” indica progresión cronológica. El lugar de este
pasaje en el curso cronológico de Apocalipsis concuerda con un punto de vista
premilenario del reino. Después de la tribulación Cristo vendrá y establecerá
su reino, al cual seguirán el cielo nuevo y la tierra nueva (Apo_21:1). El reino milenario viene
después de la Segunda Venida de Cristo, pero antes del
establecimiento del cielo nuevo y de la tierra nueva.
No se revela la identidad del
ángel que Juan vio descender del cielo para atar a Satanás, pero pudiera ser el
arcángel Miguel, el gran adversario de Satanás (cp. Apo_12:7). Quienquiera que sea el ángel, posee gran poder. Se le envía a la tierra con un plan
específico: aprisionar a Satanás por los mil años que durará el reino, atarlo,
lanzarlo al abismo y sellarlo, y luego liberarlo al final de los mil años.
“Abismo” aparece siete veces en
Apocalipsis (Apo_9:1-2; Apo_9:11; Apo_11:7; Apo_17:8; Apo_20:1; Apo_20:3), siempre respecto al lugar
temporal de encarcelamiento de ciertos demonios. El abismo no es su lugar definitivo
de castigo. Es el lago de fuego (Mat_25:41). El abismo es un lugar de
tormento a donde los demonios temen ser enviados (Luc_8:31).
La llave dada al ángel por Dios da muestras de la
autoridad que se le delegó. Él tiene el poder de abrir el abismo, y de cerrarlo
luego de lanzar en él a Satanás. Esa cadena es grande, debido a la grandeza y
el poder de Satanás como el más sublime de los seres creados (Eze_28:14). El ángel
prendió a Satanás, a quien inequívocamente se le identifica con los mismos
cuatro títulos dados a él en Apo_12:9. En primer lugar, se le llama “el dragón”, un título dado a él doce veces en Apocalipsis que subraya
su ferocidad y crueldad. El título “serpiente antigua” nos lleva de regreso al
huerto del Edén y la tentación de Satanás a Eva (Gén_3:1-6). “Diablo”
significa “calumniador”, o “chisme malicioso”. “Satanás” significa
“adversario”, ya que Satanás se opone a Dios, a Cristo y a todos los creyentes.
La duración del periodo por el
cual Satanás estará atado está definido como mil años, la primera de seis
precisas e importantes referencias a la duración del milenio (cp. vv. Apo_20:3-7). Es solo entonces que será encarcelado en el abismo, donde lo encerró y puso su sello sobre él
para que no pueda engañar más a las naciones. (Eso no quiere decir que las
personas que vivan en el milenio serán incapaces de pecar. Asombrosamente, gran
parte de la población, nacida de los creyentes que fueron los únicos que
entraron en el reino, amará su pecado en tal perfecto ambiente y rechazarán al
Rey. Ellos serán juzgados con vara de hierro [Apo_2:27; Apo_12:5; Sal_2:9]).
2. EL REINADO DE LOS SANTOS
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los
que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús
y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen,
y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y
reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta
que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y
santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene
potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán
con él mil años. (Apo_20:4-6)
Con Satanás, sus demonios y todos los pecadores que
rechazan a Dios fuera del camino, se establecerá el reino milenario de paz. El
supremo gobernante en ese reino será Jesucristo. Solo Él es “REY DE REYES Y
SEÑOR DE SEÑORES” (Apo_19:16). Sin embargo, en su gracia ha prometido que
sus santos reinarán con Él. Reinarán subordinadamente sobre todos
los aspectos de la vida en el reino y llevarán a cabo su voluntad de manera
perfecta.
En esta visión, Juan ve el
panorama del pueblo de Dios resucitado, recompensado y reinando con Cristo. Él
vio tronos que simbolizan tanto la autoridad judicial como la real, y se
sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar. Los santos
glorificados harán cumplir la voluntad de Dios y dictarán sentencias en las
disputas.
Mientras continuaba la visión,
Juan vio “las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por
la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que
no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos”. Estos son los creyentes
mártires de la tribulación (Apo_6:9; Apo_7:9-17; Apo_12:11). Como los santos de la
tribulación fueron fieles hasta la muerte, también vivieron
y reinaron con Cristo mil años.
Luego Juan añade una nota, a
modo de paréntesis, diciendo que “los otros muertos no volvieron a vivir hasta
que se cumplieron mil años”. Esos son los muertos incrédulos de todas las
épocas, cuya resurrección para juicio y condenación se describe en los
versículos Apo_20:11-15. Juan llama a la resurrección de los santos de todas las épocas “la primera resurrección”. A esa
resurrección también se le llama en la Biblia la “resurrección de los justos” (Luc_14:14; Hch_24:15), la “resurrección
de vida” (Jua_5:29), la resurrección
de “los que son de Cristo, en su venida” (1Co_15:23), y la “mejor resurrección” (Heb_11:35).
La frase “bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección” presenta la quinta de siete bienaventuranzas en
Apocalipsis (Apo_1:3; Apo_14:13; Apo_16:15; Apo_19:9; Apo_22:7; Apo_22:14). Los que tienen parte en la
primera resurrección son bienaventurados porque la segunda muerte no
tiene potestad sobre ellos. La segunda muerte es el infierno eterno. La
consoladora verdad es que ningún verdadero hijo de Dios enfrentará su eterna
ira (cp. Rom_5:9). Los que tienen parte en la primera resurrección también son bienaventurados, porque serán sacerdotes de Dios y de
Cristo. Ya los creyentes son “real sacerdocio” (1Pe_2:9). Los creyentes sirven ahora
como sacerdotes, al adorar a Dios y conducir a otros al conocimiento de Él, y también servirán como tales durante el reino milenario.
Una última bendición para los
que tienen parte en la primera resurrección es que reinarán con el Señor
Jesucristo mil años, junto con los creyentes que sobrevivieron a la
tribulación. El gobierno milenario de Cristo y de los santos se distinguirá por
la presencia de justicia y paz (Isa_32:17) y gozo (Isa_12:3-4;
Isa_61:3;
Isa_61:7). Físicamente,
será un tiempo en que no habrá maldición (Isa_11:7-9;
Isa_30:23-24;
Isa_35:1-2;
Isa_35:7), donde habrá abundancia de alimentos (Joe_2:21-27), y donde habrá salud física y bienestar (Isa_33:24; Isa_35:5-6), lo que conducirá a una larga vida (Isa_65:20).
3. EL REGRESO DE SATANÁS
Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, (Apo_20:7)
Satanás y sus huestes de demonios permanecen
encarcelados en el abismo por toda la duración del milenio, en el cual el Señor
Jesucristo gobierna con una soberanía que no tendrá oposición. No se les
permite interferir en manera alguna en los asuntos del reino. Sin embargo, la
atadura de Satanás terminará cuando los mil años se cumplan y él sea suelto de
su prisión para guiar la rebelión final de los pecadores.
Aunque los habitantes iniciales
del reino milenario serán todos redimidos, aún tendrán la pecaminosa naturaleza
humana. Y como han hecho todos los padres desde la caída, ellos pasarán esa
naturaleza pecaminosa a su descendencia. Cada generación sucesiva, a lo largo
de los mil años, estará constituida por pecadores necesitados de salvación.
Muchos vendrán a la fe salvadora en el Señor Jesucristo. Pero asombrosamente, a
pesar del dominio en persona de Cristo sobre la tierra, a pesar de la sociedad
más moral que el mundo haya jamás conocido, muchos otros amarán su pecado y
rechazarán a Cristo (cp.
Rom_8:7). Incluso en las condiciones
utópicas del milenio, no cambiará la triste realidad
de la depravación humana. Como hicieron mientras Él estuvo hecho carne en la
tierra, los pecadores rechazarán la gracia y el señorío del Rey de toda la
tierra.
Cuando se libere a Satanás, él
proporcionará el liderazgo sobrenatural que se necesita para traer a la
superficie todo el pecado y la rebelión que queda en el universo. Él reunirá a
todos los rebeldes, revelando el verdadero carácter e intención de los
pecadores que rechazan a Cristo, haciendo evidente que el juicio de Dios contra
ellos es justo.
El violento odio de Satanás
hacia Dios y Cristo no cambiará con los mil años de prisión en el abismo. Al
ser liberado, de inmediato comenzará a fomentar su acto final de rebelión.
4. LA REBELIÓN DE LA SOCIEDAD
[Satanás] saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de
la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de
los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra,
y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió
fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el
lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apo_20:8-10).
Al final de su encarcelamiento de mil años,
Satanás “saldrá a engañar a las naciones”. Él encontrará terreno fértil en el
cual sembrar sus semillas de rebelión, ya que muchos descendientes no salvos de
los que entraron en el reino milenario con su cuerpo físico (todos los cuales
estarán redimidos) amarán su pecado y rechazarán a Cristo. Serán insensibles
ante la paz, el gozo y la justicia del milenio, como los pecadores anteriores
lo estuvieron ante los devastadores juicios de la tribulación (cp. Apo_9:20-21;
Apo_16:9;
Apo_16:11;
Apo_16:21).
La actual estrategia y método del engaño de Satanás no
se revela, pero tendrá éxito en su intento de seducir a las personas no
regeneradas del mundo e incitarlas para la rebelión contra el Señor Jesucristo.
Sin embargo, su engaño se ajustará al propósito de Dios, el cual, como se observó
antes, es manifestar su justicia cuando destruya a los rebeldes. Las acciones
de Satanás siempre están bajo el control soberano de Dios (cp. Job_1:12; Job_2:6), y el hecho de reunir a estos
malvados rebeldes no será la excepción.
Satanás congregará a las
naciones engañadas de “los cuatro ángulos de la tierra” (Apo_7:1; Isa_11:12), una expresión que se refiere a los cuatro puntos principales de la brújula: norte,
sur, este y oeste. En otras palabras, los rebeldes vendrán de todo el planeta.
Juan da a estos enemigos del Rey
de reyes el simbólico título de “Gog y Magog”, poniendo nombre a la fuerza
invasora que atacará a Israel durante la tribulación (Eze_38:1-23; Eze_39:1-29). Algunos creen que Eze_38:1-23; Eze_39:1-29 describen esa batalla al final
del milenio. Hay, sin embargo, importantes discrepancias que presentan
elementos en contra de igualar esos dos sucesos. Eze_39:4; Eze_39:17 describen a los invasores
pereciendo en las montañas de Israel, pero según Apo_20:9 los rebeldes, al final del
milenio, serán destruidos en la “anchura de la tierra”.
Además, el lenguaje de Eze_39:17-20 parece describir el mismo acontecimiento
descrito en Apo_19:17-18. En tercer lugar, los acontecimientos de Eze_38:1 to Eze_39:29 se ubican cronológicamente antes de la descripción del templo milenario, dada en los
capítulos 40-48, mientras que la batalla descrita en Apo_20:7-10 tiene lugar después del milenio.
El nombre Gog parece emplearse
en las Escrituras como un título general para un enemigo del pueblo de Dios. Lo
más probable es que Gog se emplea en el versículo 8 para describir al líder
humano de las fuerzas de Satanás. Algunos creen que el pueblo conocido como
Magog sea el de los descendientes del nieto de Noé del mismo nombre (Gén_10:2). A ellos se les conoció más tarde como los escitas y ocuparon la región norte de los mares
Negro y Caspio. Otros los identifican con un pueblo que vivió más lejos al sur
en Asia Menor. Quienquiera que haya sido el pueblo histórico conocido como
Magog, el término se emplea en este pasaje para describir a los rebeldes
pecadores de todas las naciones que se reunirán para la última batalla de la
historia humana.
Asombrosamente, Juan vio que el
número de los rebeldes será como la arena del mar, una figura de dicción
empleada en las Escrituras para describir una enorme e incontable multitud (Gén_22:17). Las condiciones ideales de
prosperidad y paz que prevalecerán durante el milenio, unido a
la larga duración de la vida de sus habitantes, conducirá a una gran explosión
demográfica. Muchas de esas personas se unirán a Satanás en su último acto de
rebelión contra Dios.
Las fuerzas rebeldes “[subirán]
sobre la anchura de la tierra y [rodearán] el campamento de los santos y la
ciudad amada”, Jerusalén, el lugar donde está el trono del Mesías y el centro
del mundo milenario. Aquí los santos estarán disfrutando de la gloriosa presencia
del Señor Jesucristo cuando llegue el ataque.
Pero, como en Armagedón mil años
antes (Apo_19:11-21), la “batalla”
será en realidad una ejecución. Cuando las fuerzas rebeldes se mueven para el
ataque, “[descenderá] fuego del cielo, y los [consumirá]”. Serán
instantáneamente exterminados. Las fuerzas de Satanás morirán físicamente, y
sus almas irán al lugar de castigo, esperando su sentencia final al infierno
eterno, que tendrá lugar en breve (Apo_20:11-15). Tampoco su malvado líder escapará a esta suerte: el diablo que los engañaba será “lanzado
en el lago de fuego y azufre”. Allí se unirá a la bestia y el falso profeta,
quienes para entonces habrán estado en ese lugar de tormentos por mil años (Apo_19:20).
Los sentenciados a ese terrible lugar serán
“atormentados día y noche”. No habrá un momento de alivio. La Biblia enseña de
modo explícito que el infierno es eterno. La misma frase griega traducida “por
los siglos de los siglos” se emplea en Apo_1:18 para referirse a la eternidad
de Cristo. Jesús enseñó que el castigo de los malos es tan
eterno como la vida eterna de los justos (Mat_25:46). En 2Ts_1:9 se enseña que la destrucción de los malos en el infierno es por toda la
eternidad.
Los creyentes ya son ciudadanos del reino de Dios (Flp_3:20; Col_1:13; 1Ts_2:12), bienaventurados por estar en comunión con el Rey. Pero les espera una herencia futura gloriosa, “incorruptible, incontaminada e inmarcesible” (1Pe_1:4).