A pesar de que Tel Aviv entrara en la guerra contra Hamás con una "sólida base fiscal", el conflicto es un "duro golpe" para la economía israelí y sale más caro de lo estimado inicialmente, declaró el jefe del banco central de Israel, Amir Yaron. Además, el país vive en un clima de congelación de la actividad económica y el retraso de inversiones.
Aunque la economía israelí es fuerte y estable, "no hay duda de que la guerra tendrá implicaciones fiscales y generará presiones presupuestarias", afirmó el funcionario, citado por Bloomberg. Anteriormente, el Ministerio de Finanzas del país hebreo ya comunicó que Israel gastaría hasta el 10% de su PIB en su ofensiva contra Gaza.
"Es probable que la relación deuda/producto interior bruto [PIB] aumente algo más del 65% a finales de 2024, ya que los costes son mayores de lo que se había previsto inicialmente", detalló Yaron.
Al mismo tiempo, el director del banco central comentó que el crecimiento de PIB de Israel se reduzca en un 1% en 2023 y 2024. Sin embargo, precisó, estas estimaciones suponen que "la guerra entre Israel y Hamás siga concentrada en la frontera sur y dure hasta finales de 2023", añadiendo que Tel Aviv entró en el conflicto con una "sólida base fiscal", con un ratio deuda/PIB inferior al 60%.
El banco central de Israel ha recortado sus previsiones económicas desde que el conflicto se intensificara el 7 de octubre. En su última reunión sobre tipos de interés, el 23 de octubre, el organismo aseguró que el PIB crecería un 2,3% en 2023 y un 2,8% en 2024, por debajo de su anterior previsión del 3% para ambos años.
Además, la institución mantuvo su principal tipo de interés en el 4,75%, evitando un recorte en un intento de ayudar al séquel, la divisa nacional. La moneda, así como las acciones y los bonos israelíes, cayeron fuertemente a los comienzos del conflicto, pero se han recuperado a los inicios de noviembre.
Ello se debe en parte al paquete de ayudas —el Banco de Israel vendió más de 8.000 millones de dólares de reservas en octubre— y se basa en el optimismo de los operadores, que creen que la guerra "se limitará más o menos a Gaza", cita a Yaron el medio estadounidense.
Tras la dramática escalada del conflicto armado, Israel experimenta el comienzo de una grave crisis en casi todos los sectores, y expertos comparan la paralización que ha afectado a la economía del país, con las consecuencias del COVID-19, con escuelas, oficinas y obras de construcción vacías o abiertas solo unas horas al día. Por ejemplo, la financiera JPMorgan Chase predice que la economía israelí se contraerá un 11% interanual en el trimestre actual.
Los valores israelíes registran los peores resultados del mundo desde que comenzaran los combates. El principal índice de Tel Aviv ha bajado un 15%, lo que equivale a casi 25.000 millones de dólares, y el consumo privado disminuyó casi un tercio en los días posteriores al inicio de la escalada, en comparación con una semana media en 2023, según el sistema de pagos local SHVA.
La movilización de la cifra récord de 300.000 reservistas —alrededor del 8% de la población activa— provocó la congelación parcial de la economía y un fuerte descenso de la actividad. Ahora esa medida le está costando a Gobierno 2.500 millones de dólares al mes, reporta Mizrahi-Tefahot, uno de los principales prestamistas de Israel, y las empresas privadas tampoco evitarían perdidas y gastos.
En cuanto a las perspectivas a más largo plazo, también son decepcionantes: entre las 500 empresas de alta tecnología encuestadas a finales de octubre, casi la mitad informaron de cancelaciones o retrasos de acuerdos de inversión. Entre los encuestados, que incluían tanto empresas locales como multinacionales, más del 70% afirmó que se estaban posponiendo o desechando proyectos importantes, informa Bloomberg.