El presidente de EE.UU., Joe Biden, ha publicado un artículo en The Washington Post en el que analiza el impacto de los conflictos militares en Ucrania e Israel sobre la situaciones mundial y estadounidense.
Según se desprende del texto, el mandatario espera que la política de su país conduzca al "aumento de las libertades y la esperanza, a la reducción del odio, el dolor y el conflicto".
"Esta es la estrategia que mi administración seguirá promoviendo en Oriente Medio, en Europa y en todo el mundo. Cada paso que damos hacia ese futuro es un progreso, que hace al mundo y a EE.UU. más seguros", afirmó el inquilino de la Casa Blanca.
Sin embargo, la nota del presidente estadounidense fue criticada por expertos debido al gran número de contradicciones y resabios de ideas de la Guerra Fría.
Así, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, observa el doble rasero en el artículo. La portavoz denuncia que Biden acusa a una de las partes del conflicto "de recurrir a métodos terroristas", mientras "no ve acciones terroristas en la política del régimen neonazi de Kiev".
No es la primera vez que el dirigente estadounidense establece paralelismos entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y Hamás. Tras su viaje a Israel, Biden afirmó que EE.UU. está obligado a ayudar a Israel y Ucrania a enfrentarse con Hamás y Rusia respectivamente, que suponen amenazas diferentes, pero "similares en su deseo de destruir completamente una democracia vecina". El presidente estadounidense repitió la misma tesis en su artículo.
Como señala Fiódor Lukiánov, politólogo y redactor jefe de Russia in Global Affairs, la combinación de diferentes retos en uno solo es un intento de simplificar el panorama y recrear una estructura similar a la de la Guerra Fría, ya que esta les resulta familiar a los políticos estadounidenses y fácil de manejar.
Según el experto, este esquema habría sido más pertinente en la Guerra Fría, pero no se corresponde con la realidad actual. "El intento de recrear el tipo habitual de confrontación se está produciendo de un lado, pero del otro no existe ningún 'polo'. Hay un vasto conjunto de países, pueblos y organizaciones que se guían por sus propios intereses y no se reúnen en asociaciones vinculantes", apunta Lukiánov.
Asimismo, el politólogo señala que el planteamiento expresado en el discurso de Biden representa "una fusión de las principales actitudes ideológicas de EE.UU. en los últimos 30 años: EE.UU. como 'defensor de la democracia', la existencia de un 'eje del mal' y el 'orden basado en normas'".
En el mismo sentido se expresó Alexánder Filíppov, doctor en Sociología y director del Centro de Sociología Fundamental de la Escuela Superior de Economía de Moscú. En su opinión, estas ilusiones basadas en valores pueden tener consecuencias negativas.
"Las interpretaciones de este tipo son buenas para la propaganda total, pero no son adecuadas para la planificación política", indica Filíppov.
Además de dirigirse a la comunidad internacional, el artículo de Biden también se destina a la opinión pública y a los congresistas, ya que en él intenta convencerlos de seguir suministrando armas a Ucrania e Israel.
El pasado jueves, Biden firmó un proyecto de ley de financiación temporal del Gobierno, un día antes de que se produjera un posible cierre federal si el Congreso se mostraba incapaz de llegar a un consenso sobre el nuevo presupuesto. Este proyecto presupuestario permite financiar algunos organismos públicos hasta el 19 de enero y el resto del Gobierno hasta el 2 de febrero, pero no incluye asistencia militar a Ucrania e Israel.
Anteriormente, Biden había pedido al Parlamento que aprobara un paquete de ayuda de emergencia de 106.000 millones de dólares para Ucrania, Israel y la seguridad fronteriza de EE.UU. Sin embargo, el recién nombrado presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, rechazó la propuesta, por lo que el Congreso solo aprobó un paquete de ayuda militar a Israel por un valor de 14.000 millones de dólares.
Según los analistas de The Washington Post, el interés del Congreso en financiar a Ucrania cayó más bajo que nunca, y la creciente presencia de otras prioridades de seguridad nacional -incluidos Israel y la frontera sur de EE.UU.- podría suponer una sentencia de muerte para la ayuda continuada estadounidense al régimen de Kiev.
"La creciente perspectiva de que el Congreso, en medio de este caótico panorama, simplemente no apruebe ayuda adicional para Ucrania podría tener importantes ramificaciones geopolíticas, socavando uno de los objetivos centrales de política exterior de Biden", continúa el artículo del WP. "El apetito de los legisladores republicanos por ayudar a Ucrania fue disminuyendo durante muchos meses, incluso antes de que la tan esperada ofensiva de verano de la nación no produjera ningún avance significativo, ya que las encuestas han mostrado un descenso constante en el apoyo del público estadounidense, antaño sólido".
Un factor importante que socava el rumbo de la política exterior de Biden es también la ambigua actitud de Johnson con respecto a la ayuda militar a Ucrania. En este sentido, se expresa en Politico: "Se espera que el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, no presente un paquete de financiación para Ucrania, a pesar de haber dicho públicamente desde que asumió el cargo que 'bifurcaría' la ayuda a Israel y Ucrania."