Decían entonces unos de los de Jerusalén: ¿No es Éste al que buscan para matarle? Mas he aquí, habla públicamente y no le dicen nada: ¿Habrán en verdad reconocido los príncipes que verdaderamente Éste es el Cristo? Mas Éste, sabemos de dónde es; mas cuando viniere el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
Entonces Jesús, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: Vosotros me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo; mas el que me envió es verdadero, al cual vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de Él soy, y Él me envió.