Alrededor de 1,4 millones de residentes de la Franja de Gaza, más de la mitad de la población, son personas internamente desplazadas tras la última escalada del conflicto palestino-israelí, informó el lunes la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con un comunicado del organismo, otro problema urgente que enfrenta el enclave palestino se centra en la escasez de agua potable, lo que obliga a la gente a usar fuentes inseguras. Luego del anuncio del "asedio completo" de la zona por parte del Israel, los suministros de agua a las partes central y de norte fueron suspendidos, y desde el domingo pasado el volumen entregado para la zona occidental se redujo en un 20 %.
Además, la OCHA reporta que la situación con los hospitales es crítica: muchos de ellos están abarrotados, ya que también sirven como refugio para quienes han abandonado sus hogares, y se ven obligados a instalar carpas para albergar a más pacientes. El hospital Shifa, el mayor de la Franja, actualmente atiende a unas 5.000 personas —pese a que su capacidad máxima es de 700—, y acoge a unos 45.000 desplazados.
Tras la incursión masiva movimiento Hamás a Israel y los ataques de respuesta del país hebreo, unos 58 centros médicos suspendieron su funcionamiento debido a los daños o a la ausencia de la electricidad y medicamentos.