No puedo yo hacer nada de mí mismo; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió.
Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero.
Vosotros enviasteis a Juan, y él dio testimonio de la verdad.
Pero yo no recibo el testimonio de hombre; mas esto digo, para que vosotros seáis salvos.
Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
Mas yo tengo mayor testimonio que Juan; porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
Y el Padre mismo que me envió da testimonio de mí. Vosotros nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer, y no tenéis su palabra morando en vosotros; porque al que Él envió, a Éste vosotros no creéis.
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí , y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Gloria de los hombres no recibo, mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.
Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.
¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene sólo de Dios?
No penséis que yo os acusaré delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien vosotros confiáis.
Porque si hubieseis creído a Moisés, me creeríais a mí; porque de mí escribió él.
Y si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?