Después de estas cosas, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí con ellos, y bautizaba.
Y bautizaba también Juan en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.
Porque Juan no había sido aún puesto en la cárcel.
Entonces hubo una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.
Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, he aquí Él bautiza, y todos vienen a Él.
Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él.
El que tiene la esposa, es el esposo, más el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Así pues, este mi gozo es cumplido.
Es necesario que Él crezca, y que yo mengüe.
El que viene de arriba, sobre todos es; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, sobre todos es.
Y lo que ha visto y oído, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El Padre ama al Hijo y todas las cosas ha dado en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.