El verano pasado, Heather Beville sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: un abrazo de su hermana Jessica, que murió de cáncer a los 30 años.
En un sueño, "la abracé y pude sentirla, aunque en mi lógica sabía que estaba muerta", cuenta. Inmediatamente envió un mensaje de texto a un grupo de amigos íntimos, entre ellos su marido y su pastor, para contárselo.
Al igual que otros cristianos, Beville está segura de que la muerte no es el final. Pero también es una de las muchas personas que afirman seguir recibiendo visitas de seres queridos fallecidos aquí en la Tierra.
En una encuesta reciente del Pew Research Center, el 42% de los evangélicos que se identifican a sí mismos afirmaron haber recibido la visita de un ser querido que había fallecido. Los porcentajes eran aún mayores entre los católicos y los protestantes negros, dos tercios de los cuales declararon haber tenido esas experiencias.
Las interacciones con los muertos se sitúan en un espacio sobrenatural precario. Los laicistas acérrimos dirán que son imposibles y que deben ser inventadas. Los cristianos creyentes en la Biblia pueden desconfiar de las implicaciones espirituales de invocar fantasmas del más allá. Sin embargo, más de la mitad de los estadounidenses creen que algún familiar fallecido se les ha aparecido en sueños o de alguna otra forma.
La encuesta no aclara cómo procesan las personas estas interacciones: si las consideran místicas o si creen que pueden tener causas naturales. Entre los que respondieron que sus seres queridos les habían visitado en sueños, por ejemplo, se encontraban tanto los que creían que sus seres queridos intentaban enviarles mensajes como los que simplemente habían soñado con un recuerdo favorito de su familiar.
Experimentar estas interacciones está relacionado con cierto sentimiento de fe religiosa. El 63% de las personas identificadas con lo que Pew denomina "compromiso religioso medio" -que no van a la iglesia todas las semanas ni oran todos los días, pero siguen creyendo- afirman haber sentido a sus familiares muertos.
Beville, que ahora es voluntaria en un hospicio y ayuda en los Ministerios Esteban de su iglesia, se sintió identificada con los resultados. "Se trata de personas que tienen la posibilidad y el espacio para decir: 'Podría haber algo más'... frente a las personas que tienen un trasfondo más fundamentalista o de blanco y negro", afirma.