Rusia ha acusado este viernes a Ucrania de usar los corredores en el mar Negro para lanzar un ataque contra los gasoductos rusos TurkStream y Blue Stream.
“Rusia dispone de información acerca de que se realizan intentos de hacer explotar los gasoductos TurkStream y Blue Stream, a través de los cuales se transporta el gas ruso a Turquía”, ha declarado el canciller ruso, Serguéi Lavrov, en un evento durante su primera visita oficial a Bangladés.
Lavrov ha destacado que Kiev ha estado usando los corredores humanitarios establecidos en el marco de un acuerdo de grano para llevar a cabo ataques contra los buques civiles y militares de Rusia que protegen estas infraestructuras energéticas cruciales.
Esta situación ha llevado a la suspensión del acuerdo de cereales, ya que Rusia ha cerrado estos corredores por razones de seguridad.
Asimismo, el canciller ruso ha comentado que Ucrania está tratando de dañar estas instalaciones al igual que lo “hicieron con el Nord Stream”.
“Ahora todos exigen que les permitamos volver a exportar cereales, pero no lo hemos prohibido, simplemente no les dejamos pasar por los corredores humanitarios que se abrieron (...) y que sirvieron para lanzar drones desde la superficie y bajo el agua”, ha subrayado.
Esta situación plantea un desafío significativo en el contexto de las relaciones internacionales y la seguridad energética en la región, generando preocupación tanto en Rusia como en Turquía.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha intensificado la crisis energética en Europa, razón principal de otras crisis en el viejo continente. Sin embargo, lo que más irrita a las naciones y Gobiernos europeos es que EE.UU., su principal socio estratégico, se está llenando los bolsillos, gracias a la guerra.
Desde Rusia, aseguran que esto solo causa la prolongación del conflicto, puesto que Moscú está decidido a alcanzar su objetivo final en el territorio vecino, es decir, cantar victoria en la lucha contra el nazismo, cuán difícil y larga sea la guerra.