El hielo marino de la Antártida alcanzó su extensión máxima anual el 10 de septiembre, cuando cubrió 16,96 millones de kilómetros cuadrados, el nivel más bajo desde que comenzaron los registros por satélite en 1979, comunicó el Centro Nacional de Nieve y Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Esto supone 1,03 millones de kilómetros cuadrados menos de hielo que durante el anterior récord invernal establecido en 1986, por lo que se suma a los temores de los científicos de que el impacto del cambio climático en el Polo Sur se está intensificando y llevando a la región a una nueva era de deshielo. "No se trata solo de un año récord, sino de un récord histórico extremo", declaró Walt Meier, científico del NSIDC.
Cada septiembre, el hielo marino —también conocido como banquisa— de la Antártida alcanza su máxima extensión. La media entre 1981 y 2010 había sido de 18,71 millones de kilómetros cuadrados, pero el máximo de 2023 se sitúa 1,75 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la media, y los estudios preliminares sugireren que se sigue reduciendo.
La banquisa de la Antártida se había mantenido relativamente estable, hasta que en 2016 se batió un nuevo récord de mínimos estivales y desde entonces, se han registrado nuevos mínimos de manera constante. Los científicos siguen tratando de explicar las razones de esta serie de récords, entre las que probablemente se combinen la variabilidad natural y el calentamiento global.
El doctor Will Hobbs, científico especializado en hielo marino de la Universidad de Tasmania, declaró que desde abril el ritmo de crecimiento de hielo marino de la Antártida ha sido muy lento. Hobbs añadió que las pérdidas de banquisa en la región del mar de Ross se debían, probablemente, a los vientos cálidos que habían empujado el hielo hacia el continente.
Aunque aún no se puede afirmar con seguridad que los récords se deben al calentamiento global, la pérdida de hielo marino es coherente con las previsiones sobre el cambio climático y el aumento en las temperaturas del óceano austral alrededor del continente en los últimos años, por lo que se teme que esto pueda ser el comienzo de una tendencia a largo plazo.
Los investigadores advierten que este cambio puede tener consecuencias nefastas para animales como los pingüinos, que se reproducen y crían en la banquisa. El hielo marino además impide que el hielo terrestre llegue al océano, por lo que la pérdida de banquisa podría elevar el nivel del mar a escala mundial varios metros.
El hielo marino también refleja los rayos solares hacia el espacio. Con una menor superficie de banquisa, gran parte del océano quedaría expuesta a los rayos solares, provocando un mayor calentamiento del océano Ántartico y una mayor pérdida de hielo.