Uno de los objetivos que persiguió la Cumbre de las Américas fue reducir al mínimo la cooperación de Latinoamérica con Moscú y Pekín, declaró la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova.
"Tras el guion trazado de reafirmar la influencia exclusiva de Estados Unidos en esta región del mundo, traslucía uno de los objetivos clave, el de minimizar la cooperación con Moscú y Pekín. Cuanto Washington presenta como agenda unificadora tiene por base el propósito de destruir los vínculos naturales de diversas regiones y agrupaciones con Moscú y Pekín", señaló al comentar ese evento celebrado en California a principio de junio.
Según la diplomática, a los representantes de América Latina les inculcaron la idea de que Moscú está desestabilizando los mercados energético y de alimentos.
Lo decían a pesar de que Rusia estuvo desarrollando durante decenios la cooperación energética con todas las regiones del mundo sobre la base del beneficio recíproco y las leyes vigentes. Washington presionó a los países y compañías haciéndolos renunciar a la cooperación bajo la amenaza de sanciones, persiguiendo el objetivo de reemplazar a Rusia como suministrador de agentes energéticos, explicó.
"Los Estados de América Latina y del Caribe aspiran a cooperar en pie de igualdad, rechazan los intentos de tratarles como a subordinados o un instrumento. Al diferir en los matices de la evaluación de la actual situación internacional y afrontar problemas (...), ellos muestran una notable autonomía política y la preparación para promover sus intereses, aspiran a que su voz -plural y unida a la vez- se oiga en la palestra internacional", resumió Zajárova.