“El fruto del Espíritu es... bondad”
(Gálatas 5:22).
La bondad significa excelencia de carácter. Alguien la ha definido como una “Virtud que equipa en todos los aspectos”, lo que simplemente significa que la persona que la posee es amable, virtuosa y justa en todas las áreas de la vida.
La bondad es lo opuesto a la maldad. Un hombre malo puede ser engañoso, inmoral, alevoso, injusto, cruel, egoísta, odioso, codicioso y violento. En contraste, el hombre bondadoso, aunque no es perfecto,
ejemplifica la verdad, justicia, pureza y otras cualidades igualmente deseables.
En Romanos 5:7, el apóstol Pablo distingue entre el hombre justo y el hombre de bien. El justo practica la justicia, es honrado y sincero en sus tratos, aunque puede ser fríamente indiferente con respecto a los demás. El hombre de bien, por otra parte, es afectuoso y amable. Difícilmente moriría alguno por un justo, con todo, pudiera ser que alguno se atreviera a morir por un hombre de bien.
Y sin embargo, debemos recordar que la bondad es firme. No sería bondad si pasara por alto el pecado. Por eso reprende, corrige y disciplina.
Lo vemos cuando el Señor Jesús, que es la bondad encarnada, limpió el templo.
Una característica sobresaliente de la bondad es que puede vencer al mal. Pablo escribió a los creyentes romanos: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Ro. 12:21). Cuando permitimos que el odio de alguien arruine nuestra disposición, el mal nos ha vencido. Pero cuando nos levantamos por encima del odio y mostramos gracia, misericordia y amor, hemos vencido al mal con el bien.
Murdoch Campbell contaba de un ministro piadoso de las montañas de Escocia cuya esposa trataba de hacerle la vida imposible. Un día mientras leía su Biblia, ¡ella se la arrebató de las manos y la arrojó al fuego! Le miró a la cara y calmadamente le dijo: “Creo que nunca me he sentado junto a un fuego tan cálido”. Su bondad venció el mal de ella. A partir de ahí se convirtió en una esposa adorable y bondadosa. Como el mismo Campbell comenta: “Su Jezabel se convirtió en una Lidia. Su espina vino a ser un lirio”. ¡La bondad había triunfado!