El sacerdote empezó a oponerse a la ideología nazi antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Países Bajos por las tropas alemanas en 1940. Durante la ocupación, Brandsma se pronunció en contra de las leyes antijudías e instó a no publicar propaganda nazi en diarios católicos neerlandeses.
Tras ser arrestado, Brandsma fue trasladado a Dachau, donde murió a causa de una inyección letal tras ser sometido a experimentos biológicos. El papa Juan Pablo II beatificó al cura en 1985.
