Líderes religiosos promueven vacuna contra COVID

Yvonne Binda se planta frente a la congregación, todos sus miembros con impecables túnicas blancas, y les dice que no crean lo que han escuchado acerca de las vacunas contra el COVID-19.
“La vacuna no está vinculada con Satán”, afirma. Los fieles de la Iglesia Apostólica Cristiana de Zimbabue no parecen demasiado interesados. Pero cuando Binda, feligresa que promueve la vacunación, les promete jabón, baldes y barbijos, todos responden entusiasmados: “¡Amén!”.
Agrupaciones apostólicas que mezclan las creencias tradicionales con la doctrina pentecostal figuran entre las más escépticas en relación con las vacunas contra el COVID-19, por no decir con la medicina moderna en general. Muchos fieles depositan su fe en las oraciones, el agua sagrada y en piedras consagradas para combatir las enfermedades.
Los fieles con los que habló Binda en Seke, una localidad rural, entonaron temas alusivos a la protección del espíritu santo, pero al menos admitieron que el jabón y los tapabocas son una defensa contra el coronavirus. Binda trata de convencerlos de que también deberían vacunarse. Eso no es tan sencillo.
El líder de la congregación Kudzanayi Mudzoki tuvo que esforzarse para que los miembros de la congregación se quedasen a escuchar a Binda hablar de las vacunas.
“Generalmente salen corriendo, algunos se esconden entre los arbustos”, expresó.
No hay muchas investigaciones profundas de las iglesias apostólicas de Zimbabue, pero estudios de la UNICEF calculan que es la denominación religiosa más grande del país, con unos 2,5 millones de fieles en una nación de 15 millones de habitantes. Las organizaciones conservadoras adhieren a una doctrina que exige a sus fieles evitar las medicinas y la atención médica, y buscar en cambio curas a partir de la fe”.
“Más del 80% de la población de Zimbabue se identifica como cristiana, según la agencia nacional de estadísticas, pero hay distintas formas de ver el tema de las vacunas.
Algunos se oponen tajantemente a las vacunas, pero hay enfoques un poco más sutiles entre los apostólicos y otras agrupaciones pentecostales contrarias a las vacunas, en parte porque no creen en las vacunas en general.
Las organizaciones apostólicas generalmente no tienen iglesias formales ni miembros. Ofrecen servicios en sitios al aire libre, incluso en colinas, luciendo llamativas túnicas blancas.
Por ello a la policía le resulta más difícil hacer cumplir las órdenes relacionadas con el virus.
Binda es uno de casi 1.000 miembros de distintas organizaciones religiosas que fueron reclutados por el gobierno de Zimbabue y por la UNICEF para tratar de cambiar las actitudes de la gente hacia las vacunas desde adentro de sus propias iglesias.
“Hay que engatusarlos”, dijo Binda. “De a poco, terminarán aceptando” vacunarse.
El cambio, no obstante, no se produce rápido.
“Estamos admitiendo que el Santo Espíritu tal vez no baste para lidiar con el virus”, expresó Mudozoki, el líder apostólico de Seke. “Estamos considerando seriamente las vacunas porque otros lo han hecho. Pero nuestros fieles siempre han desconfiado de las inyecciones”.
“Por ahora usamos jabón, baldes, desinfectantes y barbijos”, agregó. “Esas son las cosas que nos ayudarán a protegernos”.
Si bien avanzar paso a paso puede ser lo mejor para convencer a la gente religiosa que resiste la vacuna, África vive una emergencia y es el continente con menor índice de vacunación. Zimbabue tiene inmunizado al 15% de su población, un porcentaje mucho más alto que el del resto del continente, aunque muy por debajo del de otras naciones más desarrolladas.
Binda y los demás activistas se muestran flexibles.
Un problema con el que tropiezan es el estigma en torno al tema. Algunos fieles querrían vacunarse y no lo hacen por temor a ser marginados por su gente. Ese fenómeno dio lugar a campañas en las que se recomendó al gobierno que no enviase clínicas móviles a regiones aisladas apostólicas como la de Seke, por temor a que haga más daño.
Por ello, los activistas que promueven la vacuna a veces lo hacen a escondidas.
Alexander Chipfunde, un apostólico que trabaja con Binda, les dijo a los fieles de Seke que hay una forma de evitar ser estigmatizados.
“Vayan el hospital, vacúnense y no digan nada”, les dijo. “Es su secreto”.