Las palabras del profeta Daniel acerca de que Dios “quita reyes y pone reyes” son interpretadas por personas tendenciosas en el sentido de que el cristiano debe abstenerse de hacer ninguna crítica al gobierno de turno ya que, al final de cuentas, es Dios quien quita a los gobernantes o quien los pone.
Por supuesto que es Dios en su soberanía quien determina quién gobierna en cada época, pero eso no implica que Dios esté de acuerdo con todo lo que los gobernantes hacen y mucho menos supone una renuncia a la responsabilidad del pueblo de Dios de señalar el pecado. Daniel le dijo al rey que Dios “quita reyes y pone reyes”, pero, poco después, también le dijo: “Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos” (Daniel 4:27). Las palabras de Daniel fueron incisivas al señalar las injusticias, la maldad y la opresión que el rey ejercía desde el trono. El reconocimiento de que Dios quita reyes y pone reyes no excluyó la labor profética de Daniel.
Los creyentes, fuertemente influenciados por el dualismo griego y el Iluminismo, dividieron la vida en sagrada y secular; dieron por cierto que el cristianismo se relacionaba con lo primero, pero no con lo segundo; concibieron la fe como un asunto privado que no tiene nada que ver con asuntos públicos o cuestiones políticas; equipararon la separación entre Iglesia y Estado con la restricción de la espiritualidad personal aislada de la realidad social. Con ello se privaron de la posibilidad de anunciar las buenas nuevas en un ámbito donde se necesita mucho: el ejercicio del poder. Algo que Daniel hizo de manera ejemplar.
La espiritualidad del profeta consistió en un firme rechazo del mundo babilónico, al punto de rehusar probar las comidas de la mesa del rey. Paradójicamente, hubo dos elementos que él y sus compañeros nunca rechazaron, sino que procuraron fervientemente: la educación y la participación política. En el tema de la educación fueron hallados “diez veces más inteligentes” que los nobles nativos y, en cuanto a participación política, alcanzaron las más altas responsabilidades, también por arriba de los babilonios. Daniel es todo un modelo que ilustra la espiritualidad y la santidad ejercida en todas las esferas de la vida, sin separación entre la devoción privada y el testimonio público, algo que las personas a quienes les gusta citar sus palabras deberían tener muy en cuenta. No debe hacerse una interpretación sesgada de las palabras acerca de que Dios “quita reyes y pone reyes” perdiendo de vista la activa participación del profeta en cuestiones que hoy, con el mismo sesgo, se catalogarían como “políticas”.
El mensaje de Daniel para el rey sintetiza los principios de su testimonio ante el poder: la justicia, la integridad y la misericordia. Esos valores constituyen la guía certera para la práctica pública de los creyentes que desean cumplir con fidelidad su vocación de ser la luz del mundo. Cada cristiano debe preguntarse, en primer lugar, del lado de quién se encuentra. ¿Se está del lado del gobernante para defender ciegamente sus actuaciones o del lado de Dios para exigir justicia, integridad y bondad? Daniel fue muy respetuoso de los reyes y su participación en sus gobiernos fue admirable, pero eso no le privó de señalar con firmeza las injusticias y la opresión.
Tampoco se debe perder de vista el orden de las palabras. Daniel no dijo que Dios pone reyes y quita reyes, como suelen citar los acomodados. Él dijo que Dios “quita reyes y pone reyes”. El énfasis se encuentra en quitar. El mensaje cardinal es una advertencia de juicio. Cuando los gobernantes no actúan con justicia, rectitud y misericordia Dios los quita, de una forma u otra. Nadie escapa al juicio divino. Quita uno para poner otro y, así, sucesivamente. Es lo que Daniel vio durante su larga vida. Reyes cayeron y reyes se levantaron, pero Daniel continuó como profeta insistiendo en los mismos valores: la justicia, la integridad y la misericordia. Un ejemplo monumental para aquellos que en verdad quieren ser, como Jesús lo dijo, la luz del mundo. Eso e
xactamente: del mundo, no solo de las iglesias.
xactamente: del mundo, no solo de las iglesias.
Pastor Mario Vega