2. Después del séptimo día Moisés
comienza a hablar en términos de interpretación filosófica y dice acerca de la
formación del hombre, que Dios tomó tierra del suelo, hizo al hombre y le
insufló espíritu y alma. A este hombre lo llamó Adán, que en lengua hebrea
significa rojo, porque fué hecho de tierra roja macerada. Porque ésta es
auténtica tierra virgen. Y Dios presentó a Adán a los animales, que hizo machos
y hembras en sus respectivas especies, y a los que dio los nombres que aún
ahora llevan 2. Viendo que Adán carecía de
sociedad, que no tenía compañera hembra (que ninguna había sido creada), y que
él observaba extrañado a los demás animales, que eran machos y hembras, lo
durmió, le sacó una costilla y con ella formó a la mujer. Adán la conoció y
supo que había sido sacada de él mismo. Ishá se dice a la mujer en lengua
hebrea; pero el nombre de esa mujer fué Eva, que significa madre de todos los
vivientes.
3. Cuenta luego que Dios plantó un
paraíso en el oriente, lleno de árboles florecidos; entre ellos se encontraba
el árbol de la vida, y el de la ciencia, con el que se conocería lo bueno y lo
malo. Y que cuando introdujo en el paraíso a Adán con su mujer, les ordenó que
cuidaran las plantas. El jardín estaba regado por un río, que corría alrededor
de toda la tierra y estaba dividido en cuatro partes. Fisón (que significa
multitud), penetra en la India y desemboca en el mar, y es llamado por los
griegos Ganges. También el Eufrates y el Tigris desembocan en el mar Rojo. La
palabra Eufrates, o Fora, significa dispersión o flor; Tigris o Diglat, lo que
es veloz con angustia. Geón, que corre por Egipto, significa lo que sale por el
este, y es el que los griegos llaman Nilo.
4. Dios ordenó que Adán y su esposa
comieran el fruto de todas las plantas, pero que se abstuvieran del árbol de la
ciencia; y les previno que si lo tocaban se acarrearían la destrucción. Pero
mientras todos los demás animales hablaban el mismo idioma en aquellos tiempos,
la serpiente, que vivía con Adán y su mujer, les envidiaba que fueran felices
viviendo en obediencia de los mandamientos de Dios. Y suponiendo que si los
desobedecieran se acarrearían calamidades, indujo a la mujer maliciosámente a
probar el fruto del árbol de la ciencia, diciéndole que en ese árbol residía el
conocimiento del bien y el mal, y que si lo alcanzaran vivirían una vida feliz,
a la par de los dioses; por este medio convenció a la mujer que desobedeciera
la orden de Dios. Cuando ella probó el fruto del árbol, y lo encontró
delicioso, persuadió a Adán a que lo hiciera él también. Advirtieron entonces
que estaban desnudos; se avergonzaron e inventaron la forma de cubrirse. Porque
el árbol les había aguzado el entendimiento. Y se cubrieron con hojas de
higuera. Atándoselas por delante creyeron ser más felices que antes por haber
descubierto lo que les hacía falta. Cuando llegó Dios al jardín, Adán, a quien
antes le agradaba conversar con él, consciente ahora de su mal proceder, se
ocultó. Dios le preguntó, asombrado, a qué se debía su conducta. Por qué él, a
quien siempre le gustaba la conversación, ahora la eludía. Como no contestara
nada, sabedor de que había violado la orden de Dios, le dijo Dios:
—Yo había decretado que vosotros
vivierais felices, sin preocupaciones, sin cuidados y sin aflicciones; y que
todo lo que os sirviera y pudiera proporcionaros placer creciera por mi
providencia, sin trabajos ni esfuerzos por parte de vosotros; porque trabajos y
esfuerzos os llevarían a la senectud y la vida ya no os duraría mucho. Has
abusado de mi buena voluntad y desobedecido mis órdenes; porque tu silencio no
es señal de virtud sino de mala conciencia.
Adán se disculpó de su pecado, rogó a Dios que no se enojara con él y
acusó a su mujer de ser la culpable de lo sucedido, diciendo que lo había
engañado. La mujer a su vez acusó a la serpiente. Pero Dios, por haber seguido
el consejo de su mujer, aplicó a Adán un castigo, diciéndole que en lo sucesivo
la tierra no le daría espontáneamente sus frutos; cuando trabajara
fatigosamente le daría algunos negándole otros. A Eva la hizo sujeta a los
dolores del parto, porque había persuadido a Adán con los mismos argumentos con
que la serpiente la había engañado a ella, produciéndole una situación
calamitosa. A la serpiente le quitó la palabra, de ira por su malicioso
comportamiento con Adán. Le inyectó, además, veneno bajo la lengua,
declarándola enemiga de los hombres, a los que indicó que le lanzaran los
golpes a la cabeza, porque era donde residían sus perversos designios hacia los
hombres y de ese modo podían herirla más fácilmente de muerte; la privó,
además, de los pies, destinándola a arrastrarse por el suelo. Decretadas estas
penas, Dios trasladó a Adán y Eva a otro sitio.
Notas
1 La división en capítulos y parágrafos
y los sumarios no son de Josefo.
2 En la Biblia es Adán el que da nombre a los animales (Gén_2:20).
