2. Cuando Dios decretó la suerte de los
sodomitas, Abram (que estaba sentado a la puerta de su casa, junto al roble de
Mambre), vio tres ángeles, y creyendo que serían forasteros, se levantó, los
saludó y les ofreció su hospitalidad. Aceptaron y en seguida ordenó que se
hicieran panes de harina flor, mató un becerro, lo asó y se lo llevó a sus
huéspedes, que estaban sentados debajo del árbol. Ellos hicieron que comían y
le preguntaron de paso dónde estaba Sara. Respondió que estaba dentro de la
casa; le dijeron entonces que volverían posteriormente y que para ese entonces
Sara sería madre. La mujer al oírlos sonrió y dijo que era imposible que ella
engendrara hijos porque era nonagenaria y su marido tenía cien años. Ellos no
disimularon más y manifestaron que eran ángeles de Dios; uno de ellos había
sido enviado para anunciarles un hijo y los otros dos para derribar a Sodoma.
3. Oyendo esto, Abram se sintió apenado
por los sodomitas; se levantó y rogó a Dios por ellos, pidiéndole que no
destruyera a los buenos junto con los ímprobos. Dios repuso que no había buenos
entre los sodomitas, y que si hubiese diez perdonaría a todos el castigo de sus
pecados. Abram guardó silencio y los ángeles fueron a la ciudad de Sodoma donde
Lot les pidió que aceptaran albergarse en su casa; porque era generoso con los
forasteros y había aprendido a imitar la bondad de Abram. Los sodomitas, al ver
a los adolescentes de extraordinaria belleza que se habían alojado en la casa
de Lot, decidieron gozar de ellos por la fuerza; Lot los exhortó a contenerse y
a no ofrecer un espectáculo inconveniente a los extranjeros, que eran sus
huéspedes; y que si no podían dominarse, les daría a su hija para satisfacer su
lujuria. Pero no cedieron.
4. Dios, iracundo por su audacia y su
impudicia, quitó la vista a esos hombres para que no pudieran hallar la entrada
de la casa de Lot, y condenó a Sodoma a la destrucción total. Lot, informado
por Dios de que los sodomitas serían destruidos, partió de la ciudad con su
mujer y sus hijas (que eran dos y eran vírgenes) ; en cuanto a los dos hombres
con quienes estaban prometidas se burlaron de Lot y de sus palabras. Dios lanzó
sus rayos sobre la ciudad y la hizo arder con todos sus habitantes, y devastó
por el fuego los campos, como dije antes cuando escribí sobre la guerra de los
judíos.
La mujer de Lot, que se dio vuelta llena de curiosidad para ver lo que ocurría
a la ciudad, a pesar de que Dios lo había prohibido, fué convertida en una
estatua de sal (yo la he visto; todavía está). Lot y sus hijas huyeron a un
pequeño lugar intacto, rodeado por el fuego, y allí se instalaron. Se llama
todavía ahora Zoar, palabra que en hebreo significa pequeñez. Allí llevó una
vida miserable, porque no tenía compañera y escaseaban las provisiones.
5. Creyendo las vírgenes que se había
extinguido todo el género humano, tuvieron contacto con el padre, pero tomando
la precaución de que éste no se enterare. Lo hicieron con el propósito de que
no desapareciese completamente la humanidad. Tuvieron hijos; el de la mayor se
llamó Moab, que significa "del padre". El de la menor se llamó Amón,
que significa "hijo del género". El primero fué el padre de los
moabitas, que son ahora una gran nación; el segundo de los amonitas. Ambas
naciones habitan en la Celesiria. Y así fué como Lot salió de entre los
sodomitas.
