La versiones Dios Habla Hoy y Nueva Versión Internacional utilizan aquí la palabra “amabilidad”, pero en casi todas las versiones más precisas leemos “benignidad”. “El fruto del Espíritu es... benignidad”.
El vocablo benignidad describe la disposición gentil, amable y bondadosa que resulta en hacer favores, mostrar misericordia y dispensar beneficios a los demás. La persona bondadosa es suave, no áspera; comprensiva, no indiferente; útil y comprometida, compasiva y caritativa.
Hay una bondad natural que aun la gente del mundo posee y que se muestran unos a otros. Pero la benignidad que produce el Espíritu es sobrenatural. Es superior a cualquier cosa que el hombre es capaz de hacer por sí mismo. La benignidad capacita a un creyente para prestar sin esperar nada a cambio y ser hospitalario con aquellos que no pueden corresponderle. Le da poder interior para devolver todo insulto con una cortesía. Un estudiante de cierta universidad cristiana demostró esta benignidad sobrenatural con otro estudiante que era alcohólico. Este último había llegado a ser tan repugnante que sus compañeros de clase lo rechazaban hasta que finalmente la institución lo desahució. El cristiano tenía en su habitación una cama adicional así que invitó al borracho a que fuera a vivir con él. Durante muchas noches el creyente limpiaba el vómito de su compañero, lo desvestía, bañaba y le ponía en la cama. Esta fue una magnifica demostración de benignidad cristiana.
Y -para completar la historia- valió la pena. En una ocasión, durante un tiempo de sobriedad aquél disoluto compañero le preguntó irritado: “¿Dime, por qué haces todo esto por mí? ¿Qué buscas?” El cristiano contestó: “Quiero tu alma”, y lo consiguió.
Un día, cuando el Dr. Ironside limpiaba el sótano de su casa llamó a un judío, comerciante de chatarra, para que acarreara papeles, revistas, trapos viejos y desechos de metal. El Dr. Ironside deseaba obtener un buen precio por la chatarra, así que se dispuso a negociar con el comerciante, mas éste, como era de esperar, ganó. Cuando la última carga de cacharros estaba en su camioneta, el Dr. Ironside le llamó y bondadosamente le dijo: “Oh, olvidé algo. Quiero darle esto en el nombre del Señor Jesús”. Y le pasó una cantidad adicional. El comerciante de chatarra se fue, diciendo: “Nunca antes nadie me había dado algo en el nombre de Jesús”.