El Papa barre con la comisión de cardenales que controla el banco vaticano

El Papa dio ayer otro paso, el definitivo, en su limpieza del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el polémico banco vaticano, que ha sido centro de escándalos enlos últimos años. Ha renovado casi por completo la comisión cardenalicia que controla la entidad al destituir a cuatro de sus cinco miembros, toda la vieja guardia que representaba el exsecretario de Estado, Tarsicio Bertone, y su mano derecha Domenico Calcagno, junto al brasileño Odilo Pedro Scherer, 'papable' en el último cónclave del sector conservador y continuista, y el jesuita indio Telesphore Toppo. Sólo mantiene en el puesto al francés Jean Louis Tauran, precisamente el único que se ha enfrentado a las maniobras de Bertone. Calcagno, además, es el presidente del APSA, el ente que gestiona el patrimonio de la Santa Sede, también salpicado por los escándalos tras el arresto en junio de monseñor Nunzio Scarano, uno de sus dirigentes, por estafa y corrupción.
Queda en evidencia una vez más la firme autoridad de Francisco, si se piensa que la comisión fue confirmada para cinco años, hasta 2018, diez días antes de la dimisión efectiva de Benedicto XVI, en una de esas jugadas 'in extremis' de Bertone por intentar atar alguna parcela de poder antes del fin del pontificado. Pero once meses después a Bergoglio no le ha temblado la mano para hacer borrón y cuenta nueva. Bertone, al anunciar su marcha en agosto, le había pedido que le mantuviera en el cargo al menos hasta el segundo examen de transparencia de Moneyval, el órgano del Consejo de Europa que evalúa la normativa de cada Estado en la lucha contra el lavado de dinero y el terrorismo. Tuvo lugar en diciembre y era un test importante dentro del tortuoso proceso para dignificar la imagen del IOR emprendida por Ratzinger. Superado el trámite, un mes más tarde el Papa ha prescindido de los servicios de Bertone, que cierra así la puerta a su poder en el Vaticano.
De este modo, a partir de ahora se entrará de lleno en el lavado de cara del IOR. Bergoglio ha colocado en la nueva comisión a cuatro personas de confianza, en una total ruptura con el pasado: el arzobispo de Viena, Christoph Schonborn, enemigo declarado de Bertone y que incluso pidió a Benedicto XVI su cabeza cuando comenzaron las críticas a su gestión; el nuevo secretario de Estado, Pietro Parolin; el arzobispo de Toronto, Thomas Collins, y el español Santos Abril y Castelló, que fue nuncio en Buenos Aires y es gran amigo del Papa. De hecho no sería extraño que Abril y Castelló fuera el nuevo presidente de la comisión.
Aquí se halla otra innovación de Bergoglio: desde hace más de dos décadas ese cargo recaía en el secretario de Estado, pero él ha preferido dejarlo a la libre elección de los miembros de la comisión. Si finalmente Parolin no es el presidente supondrá una modulación de la autoridad del secretario de Estado, en la línea expresada durante el cónclave en plena resaca de la era Bertone, pues había un hartazgo general hacia la figura de un 'número dos' potente, que concentraba el poder y eclipsaba al Papa en la gestión interna. Otra novedad es que por primera vez se quede fuera de la comisión el presidente del APSA, un gesto preciso para separar la gestión del patrimonio vaticano de la institución financiera, un conflicto de intereses que cuestionaban los criterios internacionales y ahora queda subsanado.
Queda todo apuntalado a la espera de que se pronuncie la comisión auditora que el Papa creó en junio para saber la verdad sobre el IOR y estudiar cómo cambiarlo.