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A su juicio, parece que “cualquier reto nos desborda” pero afirmó que “la suerte de un cristiano es que tenemos el evangelio”. Sin embargo, “el gran problema de las sociedades en libertad es la corrupción y ser la sal de la tierra es prevenirla y luchar contra la corrupción”. Para Pizarro, la crisis actual es “hija de una profunda crisis moral, de valores cristianos opacados por un laicismo generalizado”. En este sentido, consideró que “en la crisis actual nos sentimos perdidos. Tras una bonanza sin igual, debemos desandar los caminos, en territorio de soberbia, de abuso y de injusticia”.