Romanos 6:9-11
Vida eterna con Él. La vida eterna es la vida que Jesucristo mostró en el nivel humano. Y esta misma vida, no una copia de ella, es la que se manifiesta en nuestra carne mortal cuando nacemos de nuevo. La vida eterna no es un regalo de parte de Dios, es el regalo de Él mismo. La energía y el poder que fueron tan evidentes en Jesús manifestarán en nosotros por un acto exclusivo de la gracia soberana Dios, cuando hayamos tomado la decisión moral acerca del pecado.
"Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo", Hch_1:8. No poder como un don del Espíritu, sino que es el Espíritu Santo y no algo que Él nos da. La vida que estaba en Cristo se vuelve nuestra, gracias a su cruz, una vez que decidimos identificarnos con Él. Si es difícil tener una relación correcta con Dios, se debe a que no tomamos una decisión definitiva con respecto al pecado. Pero una vez que nos decidimos, su vida plena entra inmediatamente. Jesús vino para darnos una provisión infinita de visa:… para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efe_3:19). La vida eterna no tiene nada ver con el tiempo. Es la vida que Jesús vivió cuando estuvo aquí abajo, Y Él es la única fuente de vida.
Hasta el santo más débil puede experimentar el poder de la deidad del Hijo de Dios, si está dispuesto a "soltar" y no "retener". Pero cualquier vestigio de nuestra propia energía únicamente hará borrosa la vida de Jesús en nosotros. Debemos continuar soltando y poco a poco, aunque con toda seguridad, la vida plena y magnífica de Dios se extenderá por todo rincón de nuestro ser. Entonces, los hombres comprenderán que hemos estado con Jesús.