Una comunidad de 16 monjas de clausura de España ha dado la campanada esta semana después de que el lunes anunciara a través de un comunicado que abandonaba la Iglesia católica para quedar bajo la jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco y su Pía Unión Sancti Pauli Apostoli.
Detrás de esta decisión, que supone el no reconocimiento del papa Francisco ni de sus últimos cuatro predecesores, parece que se encuentra una trama urbanística con la intención de vender un convento y hacerse a su vez con otro inmueble.
En la trama hay un presunto obispo excomulgado en 2019 y, al parecer, división entre las monjas, una de las cuales ha abandonado el monasterio, mientras que otra ha sufrido un infarto. Además, las hermanas, a pesar de su voto de clausura, van dando información con cuentagotas a través de su canal de Instagram.
La comunidad religiosa de Clarisas de Belorado y Orduña, ubicadas en la provincia de Burgos, en el interior del país, anunció que rompían con el Vaticano asegurando haber sufrido una persecución por parte de la comunidad eclesiástica después de que Roma decidiese bloquear la venta de un convento que tienen en propiedad.
La noticia trascendió a la prensa a través de un comunicado firmado por sor Isabel de la Trinidad, la abadesa de esa comunidad de monjas, según recogen medios. No está claro si responde a una decisión aprobada por todas las hermanas.
En el texto, las clarisas afirman que las propiedades en liza deben ser "muy golosas" para algunos, porque son el motivo de artimañas que aseveran que han sufrido en los últimos tiempos. Sostienen que se trata de un 'modus operandi' para desmontar comunidades "de línea tradicional" y quedarse con sus inmuebles para venderlos.
Las religiosas están acompañadas por un sacerdote, José Ceacero, quien antes fue barman, ahora ejerce de portavoz de las hermanas y pertenece a la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli. Esta organización fue fundada por Pablo de Rojas Sánchez-Franco, quien se presenta como duque imperial, príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico y cinco veces Grande de España, según recogen medios españoles.
Esa institución no está reconocida por Roma, si bien la falta de reconocimiento en mutuo, pues la organización de Rojas no reconoce a ningún papa posterior a Pío XII, es decir, los cinco últimos, a los que acusa de herejes por seguir la línea del Concilio Vaticano II.
Según de Rojas, su institución es la auténtica Iglesia católica, mientras que la de Roma, encabezada ahora por el papa Francisco, fue la que se apartó del camino. Este embrollo acabó con la excomulgación de Pablo de Rojas, quien se autodenomina obispo y viste frecuentemente con ropajes antiguos propios de este cargo.
Según apuntaba el comunicado de las monjas, el abandono del Vaticano se produce después de un desencuentro que tiene que ver con una operación inmobiliaria.
Sostienen que habían presentado una solicitud a Roma para vender un convento que tienen en propiedad en el municipio de Derio, en el País Vasco, operación que creen que la Santa Sede bloqueó.
Pretendían vender ese inmueble para después comprar un monasterio en Orduña, perteneciente a la Diócesis de Vitoria, con la que tenían una acuerdo de compraventa.
Al no poder abonar las cantidades acordadas, las hermanas plantearon como alternativa que otro comprador abonara el millón de euros que aún necesitaban para la compra del monasterio y que cuando ellas pudieran devolverle esa cantidad, ese comprador transfiriera el convento a la orden de monjas.
La operación no se llegó a cerrar debido a que la Diócesis tenía dudas sobre la identidad del comprador ajeno a la orden y finalmente canceló el acuerdo de compraventa. Se especula con que esa persona podría ser el propio Pablo de Rojas.
El Arzobispado de Burgos emitió un comunicado conjunto con el Obispado de Vitoria el mismo lunes mostrando la sorpresa por la decisión de abandonar la Iglesia católica de las religiosas y afirmando que no se había recibido comunicación oficial de su decisión.
Este jueves, la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada emitía otra nota en la que se tiende la mano para solucionar el descontento de las monjas y se solicita que cada una de ellas exprese "su postura ante la decisión que comunica la abadesa".
El vicario para la Vida Consagrada de la Diócesis de Vitoria-Gasteiz, Manuel Gómez Tavira, aseguró que tras la ruptura con la Iglesia católica de las clarisas además de intereses económicos también estaba "el engaño" a estas monjas por parte de la abadesa con la intención de "perpetuarse en el poder", según declaraciones recogidas por Noticias de Gipuzkoa.
En cuanto a la organización liderada por Pablo de Rojas, el vicario sostuvo que "está tipificada como secta, no es un cisma" y que "en sus redes piden continuos donativos, no tienen muchos adeptos y es una cosa reducida de un señor de familia bien que tiene mucho dinero".
"Las tiene engañadas como si esto fuera una persecución. Es mentira que el Arzobispo de Burgos no le deje vender. Hay muchas mentiras que la madre Isabel les cuenta a las hermanas, que lo creen como la verdad mas grande del mundo", relató Gómez.
Según el Arzobispado de Burgos "agotadas todas las posibilidades de reelección según el Derecho Canónico, para la última elección de Sor Isabel como abadesa necesitó el permiso expreso de Roma". En esta línea Gómez cree que lo sucedido es una maniobra de Sor Isabel para continuar como abadesa.
Tras el comunicado inicial las monjas han publicado diverso contenido audiovisual en sus redes sociales. En uno de ellos, una de las hermanas afirma que todas se encuentran bien: "Tenemos intención de comunicaros por las preocupaciones que nos llegan, que estamos bien, que nuestra realidad no es que estemos secuestradas lejos de nuestras familias", refiere.
Sin embargo, ha trascendido que por el momento, al menos una de las 16 religiosas se ha ido del monasterio a otro de la misma congregación por encontrarse en desacuerdo con la ruptura con la Iglesia católica, según informa Religión Confidencial.
El mismo medio recoge además que otra de las hermanas habría sufrido un infarto y está siendo atendida en el Hospital San Juan de Dios en Burgos.