Millones de cigarras de dos tipos diferentes aparecerán en varios estados de EE.UU. a finales de este mes, en un fenómeno inusual que no ocurre desde hace más de 200 años, informa el periódico The New York Times.
Por primera vez desde 1803, el ciclo en el que emergen de la tierra las ninfas de las cigarras periódicas endémicas, conocidas como Brood XIII, que ocurre cada 17 años, se alineará con el de 13 años de las Brood XIX. De este modo, estos insectos, que se desarrollan en sitios geográficamente adyacentes y en pequeñas cámaras subterráneas debajo de la superficie del suelo, aparecerán al mismo tiempo.
Floyd Shockley, entomólogo y gerente de colecciones del Museo Nacional Smithsoniano de Historia Natural, calcula que podría aparecer cerca de un billón de estos insectos. Aunque se esperan para finales de abril y principios de mayo, solo cuando el suelo alcance una temperatura aproximada de 18 °C dejarán sus túneles subterráneos y usarán sus patas delanteras para salir de la tierra. Ya en la superficie buscarán sitios tranquilos para madurar pacíficamente, encontrar pareja, poner huevos y morir en el plazo de un mes.
Además de que este año se esperan más cigarras de lo habitual, expertos aseguran que algunas de ellas estarían infectadas por un hongo de transmisión sexual que las vuelve hipersexuales. De acuerdo con la cadena CBS News, se trata de un tipo de 'cigarras zombis' infectadas por un patógeno fúngico conocido como 'Massospora cicadina' y que afecta a ambos tipos.
Matthew Kasson, profesor asociado de Micología y Patología Forestal en la Universidad de West Virginia, explica que una vez las cigarras tocan el suelo y se vuelven adultas, el hongo hace que se abra la parte posterior de su abdomen, donde brota una estructura blanca calcárea que provoca la caída de sus genitales, y puede llevar a invadir "un tercio de su cuerpo".
Bajo esta condición, los machos continúan intentando aparearse con las hembras, pero sin éxito. Al mismo tiempo, el hongo hace que estos muevan sus alas como las hembras para atraer otros machos. "Eso duplica el número de cigarras con las que un individuo infectado entra en contacto", explica el experto, señalando que se propaga como una enfermedad de transmisión sexual.
Aunque no está del todo claro el origen de este patógeno, se sospecha que las esporas del hongo que quedan en las cigarras muertas llegan al suelo e infectan a las ninfas bajo tierra. Al parecer, permanece inactivo durante años y se convierte en un "titiritero" de las cigarras adultas, dijo Kasson. No está claro cómo el hongo afectaría a otros animales salvajes o a los humanos, pero algunos compuestos en las infectadas podrían ser tóxicos, añadió.
De acuerdo con Gene Kritsky, profesor jubilado de biología y autor de varios libros sobre cigarras, las primeras oleadas de cigarras surgirán en el norte de Luisiana, el sur de Arkansas, Alabama, Misisipi, el norte de Georgia y hasta el oeste de Carolina del Sur. Luego, emergerán en el centro de Carolina del Norte, el este de Tennessee y el norte de Arkansas, y a continuación en el sur de Misuri, el sur de Illinois y el oeste de Kentucky.
Las cigarras son inofensivas para el ser humano, ya que no muerden ni pican, y tampoco transmiten enfermedades. Sin embargo, hacen un ruido muy fuerte que puede resultar muy molesto. Debido a que no son grandes voladoras y son malas para aterrizar, a menudo terminan en las aceras y pueden ser aplastadas por coches o transeúntes, señala Shockley, que recomienda no arrojarlas a la basura, sino considerarlas como "fertilizante gratuito para las plantas de sus jardines y áreas naturales". El profesor de biología John Cooley aconseja no intentar matarlas ni rociarlas con insecticidas porque "son parte del bosque".
Se considera que estos insectos son beneficiosos para el medioambiente y que los agujeros que dejan sus ninfas al emerger ayudan a airear el suelo y permiten que el agua de lluvia llegue al subsuelo y nutra las raíces de los árboles. Asimismo, actúan como 'jardineros', ya que las hendiduras que hacen en los árboles pueden provocar que algunas ramas se caigan, en una especie de poda natural. Cuando estas vuelven a crecer, los frutos que den tenderán a ser más grandes. Por otro lado, los exoesqueletos que desprenden proporcionan nutrientes que los árboles necesitan.