Isaías 41:14.
OIGAMOS esta mañana a Jesús, mientras nos dice a cada uno: "Yo te ayudaré". Para mí es poca cosa el ayudarte. Considera lo que ya he hecho. ¡Qué!, ¿no te ayudé? Yo te compré con mi sangre.
¡Qué!, ¿no te ayudé? Yo he muerto por ti; y si he hecho lo más grande, ¿no haré lo más pequeño?
¡Ayudarte! Esto es lo menos que siempre he hecho por ti. He hecho más y haré más. Antes que el mundo fuese formado, te elegí. Hice un pacto para ti; por ti puse de lado mi gloria y me humané; di mi vida por ti. Si hice todo esto, no hay duda de que te ayudaré también ahora. Al ayudarte, te estoy dando lo que ya he comprado para ti. Si necesitaras mil veces tanta ayuda como la que suelo darte, te la daría. Tú pides poco en comparación con lo que estoy dispuesto a darte. Para ti es mucho el pedir, pero para mí es nada el dar. ¿Ayudarte? ¡No temas! Si hubiese una hormiga a la puerta de tu granero pidiendo ayuda, ¿te llevaría a la ruina si le dieras un puñado de trigo? Pues tú no eres otra cosa que un insignificante insecto a la puerta del Dios Omnipotente. ¡Oh, alma mía!, ¿no te alcanza esto? ¿Necesitas más poder que la Omnipotencia de la unida Trinidad? ¿Necesitas más sabiduría que la que existe en el Padre, más amor que el que se manifiesta en el Hijo, o más poder que el que se manifiesta en las obras del Espíritu Santo? Trae aquí tu cántaro vacío, este manantial, sin duda alguna, lo llenará. ¡Apúrate!, junta tus necesidades y tráelas aquí: tu vaciedad, tus dolores y tus necesidades. He aquí, este río de Dios está lleno para suplirlas. ¿Qué otra cosa puedes desear? Alma mía, sal esta mañana, fortalecida con esta promesa. El Dios eterno es tu ayudador. "No temas, que yo soy contigo, no desmayes que yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré".