En mayo de 2023, una potente explosión sacudió la ciudad de Jmelnitski, situada a unos 200 kilómetros de la frontera ucraniana con Polonia, donde se almacenaba uranio empobrecido suministrado por el Reino Unido.
Días después, el 19 de mayo, el doctor Christopher Busby, químico físico y secretario científico del Comité Europeo sobre Riesgos de Radiación, escribió un artículo sobre la explosión de Jmelnitski.
En el texto, el científico examinó los datos de radiación gamma de los detectores situados al noroeste del lugar del ataque, que mostraban aumentos de la radiación desde puntos de Polonia cercanos a la frontera con Ucrania, y a través de Alemania.
El químico llegó a la conclusión de que un almacén que contenía armas de uranio suministradas por el Reino Unido había sido golpeado y que el elemento había explotado en una enorme bola de fuego, por lo que las partículas producidas por la explosión habían derivado con el viento a través de Europa.
Este artículo suscitó una gran polémica en internet, y un gran número de autodenominados "expertos" y "verificadores de hechos" lo ponderaron para sostener que sus conclusiones eran un disparate; sin embargo, recientemente, Busby obtuvo datos oficiales que demuestran que, al menos en el Reino Unido, esa explosión sí aumentó los niveles de radiación.
El experto explica que el uranio en el aire no se mide en Europa, y los únicos datos que se pueden obtener son los de las muestras de aire de alto volumen (HVAS) del Establecimiento de Armas Atómicas (AWE, por su sigla inglesa) de Aldermaston, en Berkshire.
La ley obliga al AWE a medir el uranio (y el plutonio y el tritio) a intervalos regulares en posiciones cercanas a la fábrica, pero también alejadas de ella. El doctor Busby utilizó estos datos anteriormente para identificar el uranio empobrecido de las guerras de Irak que llegó al Reino Unido.
Para seguir con el argumento de Jmelnitski, el experto obtuvo datos sobre el uranio de la AWE mediante una solicitud de información.
Los resultados muestran que en los filtros externos del 15 de mayo al 15 de junio que funcionaban en ese momento hay una señal muy clara para el mes siguiente a la explosión. También obtuvo datos de las ubicaciones in situ, y todos ellos muestran el mismo aumento de la huella.
Los datos dejan ver que el uranio en el aire del sureste del Reino Unido aumentó en unos 600 nanogramos por metro cúbico debido a las partículas liberadas por la explosión de Jmelnitski. Cantidad que al estar en el aire durante un mes podría ser nociva para la salud.
"Los niveles en Polonia, Alemania y cualquier otro lugar en su viaje a Inglaterra habrán sido mucho más elevados. Pero no hay mediciones disponibles", escribió Busby.
El integrante del Comité Europeo sobre Riesgos de Radiación en su estudio anterior, realizado en el 2010 sobre la ciudad iraquí de Faluya, encontró que había un enorme aumento de cáncer y malformaciones congénitas en los bebés, y una horrible señal general de daño genético en la población.
Más tarde identificaron exceso de uranio en las madres de los niños con defectos congénitos utilizando muestras de pelo y espectrometría de masas, mediante el rastreo de aumentos hasta las exposiciones de 2003.
"De nuestros estudios en Irak se desprende claramente que los efectos genéticos y cancerígenos de las partículas de uranio sobre la salud son significativos", concluye Busby.