Por amor de la verdad que habita en nosotros y estará con nosotros para siempre

Por amor de la verdad que habita en nosotros y estará con nosotros para siempre.
2 Juan 2
Una vez que la verdad de Dios logra entrar en el corazón humano y somete a todo el hombre a sí mismo, ningún poder humano o infernal podrá desalojarla. Lo recibimos no como un huésped sino como el dueño de la casa; esta es una necesidad cristiana, no es cristiano quien no cree así. Aquellos que sienten el poder vital del evangelio y conocen el poder del Espíritu Santo al abrir, aplicar y sellar la Palabra del Señor, preferirían ser despedazados que desgarrados del evangelio de su salvación .
¡Qué mil misericordias están envueltas en la seguridad de que la verdad estará con nosotros para siempre; será nuestro apoyo vivo, nuestro consuelo agonizante, nuestro canto naciente, nuestra gloria eterna; Este es un privilegio cristiano, sin él nuestra fe valdría poco.
Algunas verdades las superamos y las dejamos atrás, porque no son más que rudimentos y lecciones para principiantes, pero no podemos tratar así con la verdad Divina, porque aunque es un alimento dulce para los niños, en el sentido más elevado es un alimento fuerte para los hombres. La verdad de que somos pecadores nos acompaña dolorosamente para humillarnos y hacernos vigilantes; La verdad más bendita es que todo aquel que cree en el Señor Jesús será salvo, permanece con nosotros como nuestra esperanza y gozo.
La experiencia, lejos de aflojar nuestro dominio sobre las doctrinas de la gracia, nos ha unido a ellas cada vez más firmemente; Nuestras bases y motivos para creer son ahora más fuertes, más numerosos que nunca, y tenemos razones para esperar que así será hasta que, en la muerte, estrechemos al Salvador en nuestros brazos. Dondequiera que se pueda descubrir este amor permanente por la verdad, estamos obligados a ejercer nuestro amor. Ningún círculo estrecho puede contener nuestras graciosas simpatías, por más amplia que sea nuestra comunión de corazón la elección de la gracia.
Gran parte del error puede mezclarse con la verdad recibida; luchemos contra el error, pero aun así amemos al hermano por la medida de la verdad que vemos en Él; sobre todo amemos y difundamos la verdad nosotros mismos.