Esta cuestión debe ser leída muy atentamente por aquel que se vaya a dedicar al ministerio del exorcismo de forma continuada, pues se trata de un tema capital. Tan importante que el demonio por aquí sí que engañará a no pocos exorcistas haciéndoles creer que alguien no está poseso.
Dos son las argucias que pueden usar algunos demonios para no ser descubiertos, dependiendo si son demonios clausi o aperti. Más adelante se explica qué tipo de demonios son éstos.
Si es un demonio de los denominados clausi, tratará primero de ocultarse, de no manifestarse. Algunos pueden resistir sin manifestarse durante cinco minutos incluso y hasta más. Por eso es importante hablar con el supuesto poseso antes de bendecirle, para ver si el caso es verosímilmente de posesión o no. Pues si la posesión parece verosimil hay que insistir más tiempo en la oración de bendición. El demonio que es de los clausi cuando no resiste más el poder de la oración hace entrar en trance al poseso, el cual cierra los ojos y los pone en blanco bajo los párpados. Pero sin moverse, sin llamar la atención. Si el sacerdote dejara de bendecirle y no le hubiera levantado los párpados, el poseso volvería inmediatamente en sí, sin recordar nada, y el sacerdote quedaría engañado creyendo que no tiene nada.
Si es un demonio de los aperti hará justo lo contrario que lo explicado con los clausi. Abrirá los ojos y dirá que lo que tiene es psicológico, se reirá del sacerdote mientras reza, le preguntará qué tontería está recitando, que si le está tratando de convencer de que está poseso. Pero curiosamente, cuando vuelva en sí, si el sacerdote le pregunta qué por qué le ha dicho tal o cual cosa concreta, verá que no recuerda nada.
Cuando el sacerdote ora por una persona para discernir si está posesa, y comienza este comportamiento burlón o despreciativo, al acabar el sacerdote debe preguntarle que por qué le ha dicho eso o lo otro, porque en el espacio de tiempo en el que ha orado sobre la persona es un intervalo de tiempo en blanco que pasa completamente desapercibido para el poseso. Suele ser normal en este tipo de demonios que durante la oración para discernir, el poseso se ría de lo que está haciendo el sacerdote. Después, incluso, le pide perdón: perdone, pero es que me hace mucha gracia lo que está haciendo, me parece una tontería. El poseso ya está en trance, habla con voz completamente normal, con gestos y reacciones que dan a entender que es ella. Pero el sacerdote debe sospechar de que si él ha venido a verle motu proprio para ver si está poseso, ¿por qué de pronto al rezar todo le hace gracia, por qué no se puede aguantar la risa y le comenta que cree que todo lo que le pasa en realidad es psicológico? Todo eso le debe hacer sospechar, y si no recuerda nada de lo dicho ya todo está claro: es posesión. Y cuando se proceda al exorcismo se verá todavía más claro.
A veces esta estratagema el demonio la usa incluso durante el exorcismo. Es gracioso que incluso después de haber entendido oraciones en latín y haber mostrado acerva repulsión a todo objeto sagrado, hace un desesperado intento de convencer a todos los presentes con voz normal de que en realidad lo suyo es una enfermedad mental y que le dejen marchar. Pero si el exorcista insiste, vuelve a manifestarse como lo que es, como un demonio.