La grandeza de Dios y su preocupación por los seres humanos

Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; 
él es Dios, el que formó la tierra,
el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, 
para que fuese habitada la
creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.
ISAÍAS 45.18
a ciencia naturalista ha luchado siempre para explicar todas las estrellas y planetas que hay en el universo. ¿Cómo tanto ha evolucionado de la nada? ¿Qué produjo las estrellas llameantes y de dónde vienen los planetas? Génesis 1 da una respuesta simple: Dios los hizo a todos. Él habló y existieron. Su inmensidad, su complejidad, su belleza y su gran número revelan toda la gloria y la sabiduría de un Creador todopoderoso. Y nos recuerdan la manera sublime en que tal grande Creador prodigaría su gracia y favor a la raza humana.
David celebra este hecho en Salmos 8.3–4: 
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, 
La luna y las estrellas que tú formaste, 
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, 
Y el hijo del hombre, para que lo visites?
Cuando David miró a un universo insondablemente vasto, se dio cuenta de que era solo obra del dedo de Dios. Aunque el universo sea grande, Dios es infinitamente mayor. Y la raza humana no es nada en comparación.
Sin embargo, el propósito creativo de Dios siempre ha tenido a la raza humana como su centro. Nosotros somos los únicos de todas sus criaturas hechos a su imagen. Todo el relato de la creación en el Génesis está contado desde el punto de vista terrenal, lo que subraya la importancia de este pequeño planeta en el propósito creativo de Dios.