Pocos lo vaticinaron antes de la noche electoral del sábado 30 de septiembre, pero a medida que empezaron a contabilizarse los votos, el resultado era contundente: el ex primer ministro eslovaco Robert Fico volvía al Gobierno del país europeo tras apenas cinco años de su salida del poder.
Fico, del partido Smer-SD (Dirección-Socialdemocracia Eslovaca), basó su campaña en el combate al aumento de precios y a la imposición de la Unión Europea para aceptar nuevos migrantes, prometiendo además que frenaría el envío de armas a su país vecino Ucrania, al que el actual Gobierno ha apoyado irrestrictamente, entregándole un sistema de defensa aérea S-300 y 13 aviones cazas.
"Sabemos que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo y que su régimen de Gobierno está muy lejos de los estándares democráticos", declaró Fico semanas antes de los comicios a la agencia Reuters, además de tildar de "ilusas" las esperanzas de Kiev de ingresar a la Unión Europea.
El triunfo del dirigente desató efectos inmediatos en la relación entre Bratislava y Kiev. Además, se vaticina que Fico cuente con el respaldo parlamentario del Partido Nacional Eslovaco, cuyo dirigente, Andrej Danko, no ha ocultado su simpatía por el Kremlin.
Según publicó el diario Dennik M, la presidenta de Eslovaquia, Zuzana Caputová, optó por detener la asistencia a Kiev ya que, según dijo a sus colaboradores, "debe respetar los resultados de las elecciones parlamentarias", en referencia a que los candidatos de Smer dijeron a sus votantes que Ucrania "no recibiría ni una sola bala".
La victoria de Fico fue apenas la más reciente novedad electoral que indica que la luna de miel entre Kiev y Europa está llegando a su fin. En las últimas semanas, el Gobierno polaco ha dado un claro giro anti-Kiev, que tiene como motivación inmediata la disputa por la venta de cereales ucranianos en el mercado polaco, pero que refleja un malestar generalizado con respecto al país vecino entre el electorado polaco, que Varsovia busca capitalizar electoralmente.
El próximo 15 de octubre el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) buscará renovar su mandato y, para ello, debe volver a conquistar el voto rural, que históricamente a favorecido al PiS, pero cuyo respaldo ha mermado en los últimos meses a causa de la inundación de productos ucranianos en el mercado polaco y la aparición de partidos como Confederación, con un discurso todavía más crítico sobre Ucrania.
Buscando volver a obtener el voto de su base tradicional, que se ha visto afectada por las políticas comerciales permisivas de Varsovia ante Kiev, el Gobierno de Polonia no solo anunció un veto para que los productos ucranianos ya no puedan ser vendidos en el mercado local, sino que informó que dejaría de enviar armas a Ucrania, y sugirió que podrían dejar de aceptar refugiados de ese país el año próximo.
Esta serie de decisiones provocó inmeditamente una protesta diplomática de parte de las autoridades de Kiev, que fueron calificadas públicamente por funcionarios polacos como "malagradecidas" tras recibir todo tipo de ayudas desde el comienzo del conflicto con Rusia, y aun así seguir exigiendo más.
"No podemos permitir que el grano ucraniano se venda en el mercado polaco sin ningún control", dijo el presidente del país, Andrzej Duda, en una entrevista del 19 de septiembre transmitida en la señal Bloomberg Television. "También tenemos nuestros propios ciudadanos, tenemos que velar por sus intereses. Es una lástima que nuestros vecinos ucranianos no quieran entender eso".
No se trató del único dirigente de primera línea cuestionando al mandatario ucraniano, Zelenski. La diputada holandesa Caroline Van der Plas, que comanda el del Movimiento Campesino-Ciudadano, la agrupación que ya capturó el senado este año en los Países Bajos, se negó a reunirse con el líder ucraniano durante su visita de mayo pasado.
La parlamentaria holandesa criticó a las autoridades de su país por convertir una fecha de conmemoración nacional en la lucha contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial en un homenaje a Zelenski, que ha sido señalado por tener vínculos con neonazis.
"4 de mayo… Un día al año en el que recordamos a nuestras víctimas de la guerra. ¡Este debería ser el tema central del 4 de mayo! No Zelenski", advirtió Van der Plas a través de su cuenta de X (antes Twitter).
Vale destacar que el partido de Der Plas, que apenas fue fundado en el 2019, ya está segundo en las encuestas de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre, y todos los analistas coinciden en que podría dar la gran sorpresa y triunfar.
Ante esta seguidilla de noticias adversas para Kiev en el tablero mundial, la pregunta es inevitable: ¿cómo pasó Ucrania de ser el niño mimado de Occidente a ser un lastre político para sus aliados?
Para el profesor de relaciones internacionales Javier Gámez, quien ejerce en el Instituto Rosario Castellanos y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las razones de esta ola antiucraniana son varias.
"Lo que estamos viendo no son hechos aislados, sino claramente se trata de una tendencia. La decisión de la UE de darle la espalda a Rusia y apoyar a Ucrania fue tomada por las élites europeas, sin tener en cuenta el impacto económico que tendría en sus ciudadanos. Por eso, ahora no sorprende que estos mismos ciudadanos, en cuanto tienen la oportunidad de hacer escuchar sus voces a través de las urnas, castiguen a estos gobernantes por dejarse llevar por Bruselas y desprotegerlos", afirma el especialista.
"Los medios de comunicación occidentales han, en su mayoría, preferido no dar de cuenta de esta insatisfacción en Europa con el alineamiento con Ucrania. Estos nuevos resultados electorales provocan sorpresa en algunos sectores, pero la verdad es que no deberían asombrar a nadie, ya que el aumento de la inflación y de los precios energéticos, derivados del apoyo a Ucrania, han producido un gran enojo entre los ciudadanos", explica.
En ese sentido, Gámez afirma que los numerosos escándalos de corrupción de Kiev, revelando una red de funcionarios de todos los niveles apropiándose de fondos, armas y envíos humanitarios para su propio beneficio, han contribuido a la pérdida de apoyo de los ciudadanos europeos con respecto a Ucrania, al igual que los continuos fracasos en el campo de batalla.
"La gente piensa: '¿yo tengo que hacer todos estos sacrificios por políticos ucranianos que ha quedado claro que son corruptos y que además es claro que están perdiendo?'", opina el analista y docente.
Pero las malas noticias para Kiev no solo vienen desde Europa. Estados Unidos, su principal patrocinador militar y económico, también comienza a dar señales inequívocas de estar comenzando a alejarse de Ucrania.
Luego de numerosos artículos en la prensa estadounidense dando cuenta de la frustración de los miembros del Gobierno de Joe Biden con el mal manejo de las autoridades ucraniananias de su contraofensiva, que resultó en un gran fracaso, los diarios de EEUU también reportaron la molestia en la Casa Blanca por los sucesivos escándalos de corrupción de Kiev.
"Creo que en EEUU están desmotivados, ya que no han tenido el éxito que ellos esperaban en Ucrania. El Gobierno de Biden se jugó a que Ucrania debilitaría a Rusia, y eso no ha sucedido, no ha habido ningún dominio militar de Kiev, todo lo contrario. Entonces creo que quieren evitar una nueva situación como la de Afganistán, y están empezando a recortar de a poco su inversión en Ucrania", calculó Gálvez.
Para empeorar la situación, la semana pasada el Congreso de EEUU aprobó una ley de prepupuesto de 45 días para financiar el Gobierno que excluía cualquier nueva partida para Ucrania, con el objetivo de obtener el apoyo de la bancada republicana, cada vez más reacia a seguir enviando fondos a Kiev.
El Gobierno de Biden es consciente que el apoyo financiero a Ucrania es cada vez menos popular entre el electorado, por lo cual ya comienza a dar señales de que se comenzarán a priorizar las problemáticas internas del país, como la crisis por las muertes por el consumo de fentanilo y el aumento de la inmigración ilegal, en lugar de seguir financiando la escalada bélica de Kiev.
"La más reciente visita de Zelenski dejó claro que ya no cuenta con el mismo apoyo de antes, algo que él mismo también sabe, por eso se lo vio desesperado reclamando más dinero para su guerra", calificó el universitario.
"Y creo que el Gobierno de Biden se dio cuenta de que seguir apoyando a un líder que es corrupto e improvisado es demasiado costoso y podría hacerle perder las próximas elecciones. Tengamos en cuenta que Partido Republicano señala constantemente que los demócratas están más enfocados en seguir financiando a Ucrania que en resolver los problemas internos, entonces la Casa Blanca ha comenzado a pelear contra esa narrativa. Definitivamente este es el peor momento internacional de Ucrania desde el comienzo del conflicto", concluye Gálvez.