Durante la Guerra Revolucionaria en América, el general de los insurgentes invitó a algunos oficiales británicos, portadores de una bandera de tregua, a detenerse y cenar con él.
Como resultado de esta cortesía, los condujeron a una tienda de campaña donde un oficial estaba asando unas patatas en una estufa de campamento. Esperando una mesa elaborada, los oficiales británicos se sorprendieron cuando el oficial que preparaba la comida limpió las cenizas de las patatas y las colocó sobre la mesa como cena para el general y su compañía.
Cuando los oficiales británicos regresaron a su propio campamento, compararon la tarifa de los soldados estadounidenses con la suya propia y costosa.
Con razón reflexionaron sobre la dificultad de sus hábitos autoindulgentes y su necesidad de contentamiento en todas las circunstancias.