El evangelio de los judíos

Veamos ahora las características principales del evangelio de Mateo para seguirlas atentamente cuando lo leamos.
En primero y principal lugar, Mateo es el evangelio que fue escrito para los judíos. Lo escribió un judío para convencer a los judíos.
Uno de los propósitos principales de Mateo es demostrar que las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en Jesús, y que por tanto Él tiene que ser el Mesías. 
Tiene una frase que resuena por todo el evangelio como un tema sinfónico:  Esto sucedió para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor por medio de los profetas.
Esta frase aparece en el evangelio no menos de 16 veces: El nacimiento de Jesús y Su nombre fueron el cumplimiento de la profecía (1:21-23); también lo fue la huida a Egipto (2:14s); la matanza de los niños (2:16-18); el que José fijara su residencia en Nazaret y Jesús creciera allí (2:23); el uso que Jesús hizo de parábolas (13:34s); la entrada triunfal (21:5-11); la traición por treinta piezas de plata (27:9), y el echarse a suertes la ropa de Jesús cuando pendía de la cruz (27:35). El propósito primario y deliberado de Mateo es mostrar que las profecías del Antiguo Testamento tuvieron su cumplimiento en Jesús; que todos los detalles de Su vida fueron vislumbrados por los profetas, y así obligar a los judíos a reconocer que Jesús era el Mesías.
A Mateo le interesaban principalmente los judíos. La conversión de los judíos era lo que más anhelaba el corazón del escritor. Cuando la mujer siriofenicia busca Su ayuda, la primera respuesta de Jesús es: Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel (15:24). Cuando Jesús envía a los Doce al trabajo de evangelización, Sus instrucciones son: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos en entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel (10:5s). 
Sin embargo no se ha de pensar que este evangelio excluye a los gentiles. Muchos vendrán de Oriente y Occidente a asentarse en el Reino de Dios (8:11). El Evangelio se ha de predicar a todo el mundo (24:14); y es Mateo el que nos da la gran comisión de la Iglesia:  Id y haced mis discípulos a todos los pueblos (28:19). 
Está claro que el interés primario de Mateo son los judíos, pero prevé el día en que todas las naciones se incorporarán.
El judaísmo de Mateo también se ve en su actitud para con la Ley. Jesús no vino para destruirla, sino para cumplirla. Ni la parte más insignificante de ella debe omitirse. No hay que enseñar a nadie a quebrantar la Ley. La integridad de los cristianos debe exceder a la de los escribas y fariseos (5:17-20).
Mateo lo escribió uno que conocía y amaba la Ley, y que veía que aún la Ley tiene su lugar en la economía cristiana.
Una vez más encontramos una aparente paradoja en la actitud de Mateo hacia los escribas y fariseos. Se
les reconoce una autoridad especial: «En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo» (23:2). Pero al mismo tiempo es el evangelio que más seria y constantemente los condena.
El mismo principio nos encontramos en la salvaje denuncia de ellos que hace Juan el Bautista llamándolos raza de víboras (3:7-12). Objetaban a que Jesús comiera con publicanos y pecadores (9:11). Atribuía el poder de Jesús, no a Dios, sino al príncipe de los demonios (12:24). Conspiraban para eliminarle (12:14). Jesús advierte a sus discípulos contra la levadura de los escribas y fariseos, su mala enseñanza (16:12). Son como malas hierbas condenadas a ser desarraigadas (15:13). Son incapaces de leer las señales de los tiempos (16:3). Son los asesinos de los profetas (21:41). No hay capítulo en todo el Nuevo Testamento que contenga una condenación más violenta. que Mateo 23, que no es una condenación de lo que enseñaban los escribas y los fariseos, sino de cómo eran. Jesús los condena porque no estaban a la altura de sus propias enseñanzas y sí muy por debajo de cómo deberían ser.
Hay algunos otros intereses especiales en Mateo. Mateo muestra un interés especial en la Iglesia. De hecho, es el único de los Evangelios Sinópticos que usa la palabra iglesia. Sólo Mateo introduce el pasaje acerca de la Iglesia después de la confesión de Pedro en Cesárea de Filipo (Mateo 16:13-23; cp. Marcos 8:27-33; Lucas 9:18-22). Sólo Mateo dice que hay que zanjar las diferencias en la iglesia (18-17). Para cuando Mateo se escribió la Iglesia ya se había convertido en una gran organización e institución; y, por supuesto, era el factor dominante de la vida cristiana.
Mateo especialmente tiene un fuerte interés apocalíptico. Es decir, que Mateo tiene un fuerte interés especialmente en todo lo que Jesús dijo acerca de Su Segunda Venida, el fin del mundo y el Juicio Final.
Mateo 24 nos da un relato más completo que ninguno de los otros evangelios del discurso apocalíptico de Jesús. Mateo es el único que tiene las parábolas de los Talentos (25:14-30); las Vírgenes prudentes e insensatas, y las Ovejas y los Cabritos (25:31-46). Mateo tiene un interés especial en las últimas cosas y en el .Juicio Final.
Pero hasta ahora no habíamos llegado a la más importante de todas las características de Mateo. Es, por
encima de todo, el evangelio de la enseñanza.
Ya hemos visto que el apóstol Mateo fue el que hizo la primera colección y el primer manual de las enseñanzas de Jesús. Mateo era un gran sistematizador. Tenía costumbre de agrupar en un Jugar todo lo que sabía de la enseñanza de Jesús sobre cualquier, asunto. El resultado es que en Mateo encontramos cinco grandes bloques en los que se reúne y sistematiza la enseñanza de Jesús. Todas estas secciones se refieren al Reino de Dios. Son las siguientes:
(a) El Sermón del Monte, o La Ley del Reino (5-7).
(b) Las Obligaciones de los Mensajeros del Reino (10).
(c) Las Parábolas del Reino (13).
(d) La Grandeza y el Perdón en el Reino (18).
(e) La Venida del Rey (24-25).
Mateo hace mucho más que reunir y sistematizar. Hay que recordar que Mateo estaba escribiendo mucho antes de que se descubriera la imprenta, cuando los libros escaseaban y eran muy caros, porque tenían que escribirse a mano. En aquellos tiempos, comparativamente pocas personas podían poseer un libro; y, por tanto, si querían conocer y usar la enseñanza y la historia de Jesús, tenían que llevarlas en la memoria.
Mateo, por tanto, siempre organiza las cosas de manera que le sea más fácil al lector memorizarlas.
Coloca las cosas en grupos de tres en tres o de siete en siete. Hay tres mensajes de Dios a José; tres negaciones de Pedro; tres preguntas de Pilato; siete parábolas del Reino en el capítulo 13; siete ayes a los escribas y fariseos en el capítulo 23.
La genealogía de Jesús con la que empieza el evangelio es un buen ejemplo de esto. Tiene por objeto demostrar que Jesús es el Hijo de David. En hebreo no había" signos numéricos; cuando hacía falta indicarlos se usaban las letras del alfabeto. En hebreo no se escriben las vocales. Por ejemplo, las letras de David son DWD; si estas letras se toman como números, suman 14; y la genealogía consta de tres grupos de nombres en cada uno de los cuales hay catorce. Mateo hace todo lo posible para colocar las enseñanzas de Jesús de tal manera que se puedan asimilar y recordar.
Todos los maestros tienen una deuda de gratitud con Mateo, por que Mateo escribió lo que es por encima de todo el evangelio del maestro.
Mateo tiene una última característica final. La idea dominante de Mateo es la de Jesús como Rey. Escribe para demostrar la realeza de Jesús.
En el mismo principio, la genealogía está para demostrar que Jesús es el Hijo de David (1:1-17). El título Hijo de David se usa con más frecuencia en Mateo que en ningún otro evangelio (15:22; 21:9; 21:15). Los Magos vinieron buscando al que había nacido Rey de los judíos (2:2). La Entrada Triunfal es una presentación deliberadamente dramática de Jesús como Rey (21:1-1l). Ante Pilato, Jesús acepta el título de Rey (2711).
Hasta en la Cruz, el título que figura sobre Su cabeza es el de Rey, aunque fuera en burla (27:37). En el
Sermón del Monte Mateo nos muestra a Jesús citando la Ley, y cinco veces abrogándola con un regio: «más yo os digo...» (5:21,27,34, 38,43). Su proclamación final es: «Toda autoridad me ha sido dada» (28: i 8). La descripción de Jesús que encontramos en Mateo es la de un Hombre nacido para ser Rey. Jesús recorre sus páginas revestido de la púrpura y el oro de la realeza