Hablar con el supuesto poseso para que nos explique lo que le pasa es importante, pero hay que recordar que el enfermo mental puede haberse leído todos los libros sobre el tema e imitar perfectamente los signos que ha leído. Por eso lo mejor es que el supuesto poseso nos explique lo que le pasa con gran brevedad y después sin más preámbulos orar sobre él.
Es la oración la que dará la seguridad si se trata de una posesión o no. Si la persona está posesa al bendecirla durante unos momentos, comenzará a crispar las manos, la tensión se irá reflejando en su rostro. Cerrará los ojos, si se le levantan los párpados el sacerdote verá que están en blanco. Si se sigue insistiendo en la oración, el poseso puede comenzar a gritar o a hablar, con una voz maligna. En otros casos comienza una risa maligna, o a bufar.
Hay casos en que no se observa trance, sino que el poseso al momento abre los ojos y habla. Su voz es maligna y angustiada, y habla para ordenar que pare, que detenga la oración. Aunque no se observe trance, al volver en sí no recordará nada.
En otros casos lo que no se observa es que emerja esa segunda voluntad. Lo único que se percibe externamente es que la persona pone los ojos en blancos y no se mueve. A veces, como mucho, puede agitar un poco las manos o el cuerpo, pero levemente. Estos son los demonios mudos. Mudos porque no hablan. Pero aunque no hablen durante mucho tiempo ya comenzado el ritual exorcismo, la persona entra en trance.