El experto señala que las sanciones introducidas por la Unión Europea contra Rusia causaron un daño importante a sus relaciones bilaterales en el sector de la energía. "Las consecuencias de la sequía energética, y no solo del gas, sino también del carbón y del petróleo, son especialmente significativas" teniendo en cuenta "que no habrá alternativas rápidas", reza el artículo, publicado este martes en la revista Russia in Global Affairs.
Sapir enfatiza que, "para comprender la escala del problema, primero debemos comprender el alcance de la dependencia energética de la UE de Rusia". "Esta situación no surgió de repente ni desde cero", subraya el también profesor de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. Según Sapir, se trata de un cálculo de ahorros, ya que la energía barata que proporcionaba Rusia era vista por ciertos países europeos como "una oportunidad e incluso una condición para aumentar su competitividad económica en el mundo".
Sin embargo, las sanciones que aprobaron los países europeos contra Moscú por su operativo militar en el país vecino no tardaron en provocar "una crisis energética mundial" que afectó sobre todo al propio continente, dice el experto. Sapir agrega que no se debe olvidar que el rechazo por parte de los Estados miembros a la solución propuesta por Moscú fue lo que provocó la interrupción del flujo continuo de los suministros. "También se ha olvidado que estas sanciones no han cambiado el papel clave de Rusia como proveedor de varios tipos de materias primas", subraya.
Debido al corte del suministro de hidrocarburos rusos, se dio paso a la exploración de posibles alternativas para sustituirlos. Una de ellas sería el gas natural licuado (GNL), pero este no tendría la capacidad de cubrir el volumen que proporcionaban los gasoductos rusos. Además, las instalaciones de regasificación son pocas y "sustituir el gas ruso por GNL implicaría construir tres veces el número de instalaciones existentes, lo que llevaría entre tres y cinco años", dice el experto, precisando que también haría falta una gran cantidad de transportadores de GNL, lo que supondría "otro proceso costoso y lento".
Por otro lado, el gas natural licuado es más caro y los países europeos tendrán que pagar entre un 25 % y un 33 % más por su coste. "Eso no mejorará la competitividad económica", destaca.
Por lo que respecta al petróleo, su dependencia "es algo menos pronunciada y la sustitución teóricamente más fácil", pero hasta el momento no se ha visto "la voluntad de los países del llamado grupo OPEP+ de aumentar significativamente la producción", afirma el profesor, diciendo que la sustitución del crudo además requiere "un tiempo significativo" y supone grandes costos.
El carbón ruso también podría ser sustituido, pero hay que tener en cuenta que las minas de Estados Unidos, Polonia y Australia ya están funcionando a plena capacidad y su volumen de producción no puede compararse con las importaciones de Rusia. Por lo tanto, el aumento de producción necesario para cubrir esta brecha llevaría entre un año y medio y dos años, además de suponer un coste elevado.
"Una evaluación rápida de la situación revela que, sí, es posible sustituir la energía suministrada por Rusia por otras fuentes, pero los factores de tiempo y costo son desconocidos y seguramente serán significativos", señala el artículo, planteando una pregunta muy actual: "¿Qué sucederá este invierno y durante los próximos dos inviernos" mientras los países europeas buscan la independencia de la energía rusa?
Sapir enfatizó que las sanciones europeas contra Rusia están generando "un gran efecto bumerán" y afectarán a la economía de Europa tanto este invierno como en el futuro. "Por lo tanto, es en este momento cuando surgirán cuestiones políticas cruciales con respecto a la conveniencia de la política de los países de la UE hacia Rusia", concluyó.