En el contexto de una posible revisión estadounidense de las restricciones al petróleo ruso, los aliados de Washington empiezan a dudar sobre su disposición real a encajar "un golpe económico" con tal de limitar los ingresos de Rusia, informa Bloomberg.
Bajo una versión anterior del plan de Estados Unidos, que ha sido impulsado interna y externamente por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, se estaba considerando imponer un tope de precios de entre 40 y 60 dólares por barril.
Según funcionarios que prefirieron permanecer en el anonimato, ahora hay una discusión activa acerca de establecer un límite superior a ese rango, a pesar de que algunos funcionarios de la UE creen que eso permitiría al Kremlin continuar obteniendo ingresos considerables por sus ventas.
Además, señalan que Estados Unidos "no siempre está tan dispuesto como Europa a aceptar un golpe económico" para presionar a Rusia.
Por otro lado, está claro que China y la India, los socios comerciales más importantes de Rusia, no participarán en la introducción de un límite de precios, aseguraron los informantes.
La causa de tal cambio de postura, según la agencia, radica en una revaluación de las prioridades de Washington.
La meta de privar a Rusia de sus ingresos por exportación de hidrocarburos, en represalia por la operación militar en Ucrania, cambió ante el objetivo prioritario de contener los precios internos de la gasolina en vísperas de las elecciones de medio término en el país norteamericano, que se celebrarán el 8 de noviembre. Para lograrlo, el petróleo ruso debe seguir fluyendo hacia el mercado global y llegar también a los países occidentales.
Al referirse al pretendido precio tope, el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió anteriormente que Rusia no suministrará sus recursos a otras naciones si eso contradice sus intereses económicos.
"No suministraremos nada en absoluto si va en contra de nuestros intereses, en este caso económicos. No suministraremos ni gas, ni petróleo, ni carbón, ni combustible, ni nada", indicó el mandatario.