EFESIOS 4.14
Muchos de los que deberían ser conocedores a cabalidad, los pastores y líderes cristianos quienes de manera habitual defienden la fe contra las enseñanzas falsas, han sido tentados a abandonar la batalla por la correcta interpretación de los primeros capítulos de Génesis. Hace poco un pastor evangélico se me acercó después de que prediqué. Se encontraba confundido e intimidado por varios libros que había leído, todos escritos por destacados autores evangélicos, donde se presentaban argumentos a favor de que la tierra ha existido por miles de millones de años. Estos autores tratan a la mayoría de las teorías evolucionistas como irrefutables hechos científicos. En algunos casos estos escritos muestran poseer credenciales científicas o académicas que persuaden a los lectores a estimar que sus opiniones son resultado de la investigación a cabalidad, aunque en realidad se tratan de presuposiciones naturalistas que incorporan al texto bíblico. Este pastor me preguntó si creía posible que los tres primeros capítulos de Génesis fueran solo una serie de artificios literarios o poéticos con el propósito de darles una aplicación «espiritual» de lo que ocurrió durante miles de millones de años de evolución.
Le respondí sin rodeos: No, no lo creo. Estoy convencido que Génesis capítulos 1 al 3 deben recibirse como lo que son: La historia de la creación revelada por Dios. Nada en el texto mismo de Génesis indica que el registro bíblico de la creación sea simbólico, poético, alegórico o mítico. El mensaje central del pasaje no puede reconciliarse con la noción de que la creación ocurrió de modo natural mediante procesos evolutivos durante largos períodos de tiempo. Además, no creo que un tratamiento justo del texto bíblico según principios aceptables de hermenéutica, pueda reconciliar estos capítulos con la teoría de la evolución o cualquier otra de las teorías denominadas científicas acerca del origen del universo.