Jesús llamó a la gente y le dijo: Escuchen y entiendan bien: Lo que los hace impuros delante de Dios no es la comida que entra por su boca. Lo que los hace impuros son los insultos y las malas palabras que dicen.
Entonces los discípulos de Jesús se acercaron y le dijeron: A los fariseos no les gustó lo que dijiste.
Jesús respondió: Mi Padre tratará a los fariseos como trata el jardinero a las plantas que no ha sembrado: las arranca de raíz y las echa fuera. No hagan caso de los fariseos: son como el ciego que guía a otro ciego, y si un ciego guía a otro, los dos terminan cayéndose en una zanja.
Pedro preguntó: Explícanos qué quisiste decir cuando hablaste de lo que nos hace impuros delante de Dios.
Jesús respondió: ¿Tampoco ustedes entienden? Todo lo que comemos o bebemos va al estómago, y después el cuerpo lo expulsa.
Pero si la gente dice cosas malas, es porque es mala y siempre está pensando en lo malo: en cómo matar, en cómo ser infieles en el matrimonio, en cómo hacer cosas indecentes, o en cómo robar, o insultar a otras personas, y mentir.