En el mundo de los ángeles, a similitud del de los humanos, hay unos que se ocupan de unas cosas, otros de otras. Aunque los ángeles no tienen que cultivar, ni que construir casas, ni confeccionar artefactos, ni nada de todo aquello que a nosotros nos ocupa tanto tiempo. Los ángeles se ocupan en glorificar a Dios, en profundizar en el mundo del conocimiento, en relacionarse entre sí y en ayudar a los hombres.
El mundo intelectual es un mundo tan vasto que les ocupa en un modo completamente similar a nosotros. En una universidad, por ejemplo, puede haber cientos de profesores, cada uno especializado en una rama del saber. En una universidad trabajan muchas horas al día cientos de profesores y catedráticos, y todo ese trabajo, toda esa actividad está en orden a producir una sola cosa: conocimiento. Lo mismo sucede en el mundo de los espíritus angélicos.
Las relaciones entre los ángeles pueden parecen poca cosa. Pero las relaciones entre los hombres precisan de actos protocolarios, embajadores, cónsules, visitas, reuniones. Un centenar de seres humanos se comunican entre sí en seguida. Pero 6000 millones, no. Algo semejante ocurre con los ángeles que conforman una verdadera sociedad, sociedad compleja. Además, esas relaciones entre los ángeles no sólo son relaciones de conocimiento, sino también de caridad. Los ángeles no sólo se cuentan cosas, también se reencuentran, se quieren, hay amistades, etc, etc. No olvidemos que los hombres somos, al igual que ellos, entendimiento y voluntad. Y que nuestras relaciones nos sirven muy adecuadamente para comprender como son las interactuaciones entre seres dotados de esas dos potencias del espíritu.