¿Por qué el agua bendita atormenta al demonio?

Cómo algo material puede tener una influencia del tipo que sea sobre algo espiritual? Parece que son campos tan distintos, tan independientes, que lo material de ningún modo parece que pueda expulsar, producir incomodidad o efecto alguno en un demonio. Hace tiempo escribí en obras anteriores que si lo material (agua bendita, santo crisma, etc) tiene una influencia en atormentar y expulsar demonios no es por su materialidad misma, sino porque la Iglesia ha unido a esa materia un poder espiritual al bendecirla. Es decir, que la Iglesia con el poder que ha recibido de Cristo puede unir un efecto espiritual a un objeto. Y que por tanto el objeto no es nada en sí, sino el poder de Cristo que se ha unido a ese objeto.
De todas maneras, la experiencia de los últimos años me ha hecho complementar esta opinión. Complementar, que no cambiar. Sigo sosteniendo lo mismo, pero he comprobado que no da lo mismo bendecir una materia que otra. Hay materias que por lo que simbolizan en sí tienen una efectividad concreta. Y a este respecto puedo contar una anecdota. En cierta ocasión no teníamos agua en la parroquia. Hacía mucho frío y el agua estaba congelada en las cañerías. El agua de las pilas de agua bendita no se le podía dar a beber a la posesa dado que llevaba ya unos días en las pilas y la gente mete los dedos en ellas. Así que cuando ya estaba a punto de salir de la parroquia en busca de agua en aquella frígida mañana, me di cuenta de que había una botella de limonada que había sobrado de una reunión de catequistas. Se me ocurrió bendecir el contenido de la botella, pensando que el tipo de materia era lo de menos y que lo importante era la oración que se vinculaba a ella. Pues bien, pronto observé que aunque producía algún efecto, era mucho menor. Al cabo de unos minutos ordené en el nombre de Jesús al demonio que me dijera por qué era eso así. Se resistió, pero al final dijo que el agua era símbolo de pureza y limpieza. Si bien, dijo que aquel otro líquido bendito también le producía algún efecto, pero menos.
Si observamos las materias que la Iglesia ha bendecido o consagrado, nos daremos cuenta de que todas tienen un simbolismo ínsito en ellas: la sal, el incienso, el agua, el óleo, las velas, el pan.