Después de esto, Jesús subió a una barca y cruzó al otro lado del lago para llegar al pueblo de Cafarnaúm, donde vivía, allí, algunas personas le llevaron a un hombre acostado en una camilla, pues no podía caminar.
Al ver Jesús que estas personas confiaban en él, le dijo al hombre: ¡Ánimo, amigo! Te perdono tus pecados.
Algunos de los maestros de la Ley, que estaban en aquel lugar, pensaron: ¿Qué se cree éste? ¿Se imagina que es Dios? ¡Qué equivocado está!
Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: ¿Por qué piensan algo tan malo?
Díganme: ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo poder en la tierra para perdonar pecados.
Entonces Jesús le dijo al que no podía caminar: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
El hombre se levantó y se fue a su casa.