Jesús se fue y entró en la sinagoga del lugar, allí había un hombre que tenía una mano tullida. Como los fariseos buscaban la manera de acusar de algo malo a Jesús, le preguntaron: ¿Permite nuestra ley sanar a una persona en el día de descanso?
Jesús les respondió: Si a uno de ustedes se le cayera una oveja en un pozo en el día de descanso, ¿la sacaría de allí? ¡Por supuesto que sí! ¡Pues una persona vale mucho más que una oveja! Por eso está permitido hacer el bien en el día de descanso.
Luego Jesús le dijo al hombre que no podía mover la mano: Extiende tu mano. El hombre la extendió, y la mano le quedó tan sana como la otra.
Entonces los fariseos salieron de la sinagoga y comenzaron a hacer planes para matar a Jesús.