Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
¿Por qué hay un camino espacioso?
¿Por qué hay condenación y destrucción?
¿Cómo es que uno llega a estar en el camino espacioso?
Rom 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,(A) así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Este texto, con toda su franqueza, choca de frente con el humanismo, la filosofía centrada en el hombre que niega valores absolutos, niega el pecado. Trata de eludir la necesidad de rendir cuentas a Dios. Es el humanismo que promueve la evolución: “no hay Dios”.
El versículo hace alusión al estado original del hombre en la creación. Estaba en comunión con Dios, sin barrera ni distancia, unido a Él y hecho en su imagen y semejanza. La vida del hombre estaba vinculada espiritualmente con Dios. Sin embargo, con la entrada del pecado, se produjeron dos grandes cambios.
Posición
Dios, el Creador había advertido que el pecado, que en su esencia es rebelión contra su palabra y voluntad expresa, resultaría en su desagrado y ofensa y en la muerte.
Llegarían a ser mortales, separados de Él espiritualmente, además de morir físicamente algún día. En otras palabras, morirían espiritualmente en el momento, cayendo de relación con Él, cortado el vínculo vital espiritual con Él.
La Biblia habla de personas hoy día que están con vida en cuanto a la existencia aquí en la tierra, pero que todavía no han creído en Cristo como Salvador, como “muertos en delitos y pecados” (Efe 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, .); son todos los nacidos de Adán, que caminan por el camino Espacioso.
Naturaleza
En segundo lugar, Adán y Eva, cuando desobedecieron a Dios, pecaron y se produjo un cambio radical en su naturaleza. Un nuevo principio, o ley, se introdujo en ellos para ejercer el dominio sobre sus mentes y personas. Este nuevo principio maligno que se agregó a su naturaleza inocente, es llamado EL PECADO.
Rom 7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Pablo, como creyente, describe el mal que moraba en él. Como criatura de Dios, él sabía lo que era bueno, pero en su carne, es decir su naturaleza inocente con el pecado agregado, no existía ni la voluntad ni la fuerza de hacer el bien.
Él habla del “pecado que mora en mí”, y en los textos siguientes habla del conflicto existente en él como creyente, entre el bien y el mal. Habla de la “ley del pecado”, que intentaba esclavizarle. La persona inconversa es esclava de esa ley del pecado: el pecado mora en él, y se manifiesta en pecados; es la raíz produciendo sus frutos.
Todos los descendientes de Adán heredamos esa naturaleza viciada, corrompida, con el pecado morando adentro, y el ser sujeto a la ley del pecado. La esencia y tendencia de aquello es rebelión contra Dios, que se traduce en pecados cometidos contrarios a la voluntad de Dios. Todo nacido de Adán es pecador, y necesita de la salvación y de la reconciliación para con Dios.
El punto principal aquí no es tanto cuántos o cuáles pecados uno haya cometido, sino más bien el hecho de ser pecador: nos constituimos pecadores por la naturaleza que llevamos.
Dios no nos carga con la culpa de Adán (“el pecado original”, como se denomina), ni nos culpa por la presencia de la ley del pecado, pero sí nos responsabiliza por los pecados que cometemos. Sabiendo el bien y la Palabra y voluntad de Dios, el hombre comúnmente desafía a Dios, y peca a sabiendas. Se disculpa con “todo el mundo lo hace”.
Alguien incapaz de asumir responsabilidad moral, un deficiente mental, o un infante que muere, no sería considerado culpable de pecados, y es automáticamente cubierto por la obra redentora de Cristo en la cruz.
Pero los demás hemos de ejercer fe en lo que Dios dice en su Palabra, reconocer nuestro estado espiritual de pecadores, y admitir la consecuente carga de culpa por los pecados cometidos por haber dado rienda suelta al pecado. Luego, por fe en las Escrituras hemos de apreciar la venida de Cristo como sacrificio a favor de los pecadores, como Salvador. Hemos de creer de manera personal que su muerte era por nuestros pecados. Las Escrituras prometen que aquellos “pasan de muerte a vida” (Jua 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. ).
En conclusión, vemos que hay perdón para los culpables, y vida espiritual para los muertos”. Lee con cuidado los siguientes versículos.
Solución
Rom 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Rom 5:10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Rom 5:11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
“Reconciliados a Dios por la muerte de su Hijo”. La separación y enemistad borrada, y la posición espiritual restaurada. Esto puede ser verdad para ti, si sólo crees lo que te ofrece.