El demonio hace el mal cuando quiere, nadie le obliga a hacerlo. Es un ser libre y su voluntad es la que decide hacer las cosas cuando quiere. Desea hacer el mal y para hacer el mal ha de tentar. Pero para tentar hay que insistir.
Unos demonios insisten más, otros desisten antes. Hay demonios más firmes y demonios más perezosos. Hay demonios que por el ardor de su cólera persiguen a las almas como verdaderos depredadores.
Otros demonios están sumidos en una especie de depresión y no tienen tanto odio como para ir continuamente persiguiendo almas. Pero hablamos de grados, ya que todos odian a Dios y todos son cazadores de almas.