Samuel Luiz tocaba la flauta travesera en la iglesia pentecostal desde los 15 años. La víctima del irracional linchamiento colectivo de la segunda noche de copas tras las restricciones en A Coruña era el guía espiritual de un buen puñado de muchachos de la Congregación Cristiana: un movimiento evangélico fundado en Chicago en 1904, con seguidores en todo el mundo, que llegó a España a través de un gallego emigrado en São Paulo. El chico muerto a golpes el sábado de madrugada estudió la Biblia y abrazó la fe desde crío a través de su padre, Maxsoud Luiz, un empleado del centro logístico de Zara en Arteixo (A Coruña) de origen brasileño. Maxsoud ejerce de diácono en el local coruñés de la congregación, que se reúne los jueves y los domingos. Y Samuel, con sus lecturas sagradas bajo el brazo, “lo acompañaba siempre”, explica un portavoz del Ayuntamiento de Arteixo, donde se ubica el barrio de Meicende (limítrofe con A Coruña), residencia de la familia Luiz Muñiz.
El coruñés de 24 años, víctima de la barbarie de otro grupo de jóvenes de su ciudad que no lo conocían de nada, se ha convertido en símbolo de la lucha contra la homofobia y su muerte ocupa titulares y debates en medios de comunicación de medio planeta. Algo con lo que su padre, según él mismo ha declarado, no se siente muy cómodo. Sus amigas íntimas aseguran a este diario que Samuel Luiz no ocultaba su orientación sexual y que en su familia “sabían” que era gay. Pero, tal y como ha declarado su progenitor, en su casa este era un tema pendiente de hablar, y nunca llegó a confirmarlo a sus padres.
