Terrorismo y religión

Es una interesante coincidencia que un 11 de marzo, el mismo día de los atentados islamistas de 2004 en Madrid, fuera también la fecha del nombramiento por los Reyes Católicos, 521 años antes y a propuesta del Papa Sixto VI, del fraile dominico Tomás de Torquemada como inquisidor general de Castilla y Aragón.
Coincidencia que permite reflexionar sobre el paralelismo entre el terrorismo religioso que dominaba hace medio milenio el cristianismo, y el del islam actual, cuyos mayores sectarios continúan como entonces ordenando guerras, venganzas y masacres contra los infieles, sean cristianos o musulmanes de sectas diferentes.
Porque es falso que el islam en Al-Andalus y otras tierras conquistadas fuera tolerante y abierto: su debilitamiento se debió más a sus masacres entre intolerantes que al impulso guerrero de los cristianos.
Hace dos milenios nacía el cristianismo entre unos pocos judíos que se expandieron pacíficamente por la cultura grecorromana hasta dominar su gigantesco imperio, que incluía buena parte del mundo musulmán actual.
Frente a esos dos milenios el islam está en su año 1436, algo antes aún que cuando Torquemada comenzaba a perseguir judaizantes.
La Inquisición desde entonces hasta su desaparición en el siglo XIX creó tal pavor y fueron tales sus persecuciones que quedó en la historia de la humanidad como muestra de crueldad e intolerancia.
Mató en sus 354 años de existencia a 341.021 herejes, una cifra escalofriante pero inferior a la de cualquier guerra islámica actual: sólo el enfrentamiento básicamente sectario Irak-Irán de los 1980 provocó un millón de muertos.
De la cultura cristiana nació la Ilustración, parte de cuyos herederos son cristianófobos, mientras mantienen una fascinación suicida con el islam, cuyos fanáticos, como el 11 de marzo de 2004, siguen ciegamente al profeta cuya espada mataba infieles.
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