Romanos 8:37
Aquí, Pablo está hablando de lo que al parecer podría separar a un santo del amor de Dios o colocarse en medio de los dos para separarlos. Pero lo extraordinario es que nada puede interponerse entre Él y yo. Las cosas que Pablo menciona en este pasaje pueden interrumpir la comunión íntima de nuestra alma con el Señor y alejar de Él nuestra vida cotidiana. Pero ninguna de ellas tiene la capacidad de interponerse entre el amor de Dios y el alma de un santo en el nivel espiritual. El fundamento sólido de la fe cristiana es el inmerecido e ilimitado milagro de su amor que se manifestó en la cruz del Calvario. Un amor del que de ningún modo somos dignos y nunca lo seremos. Pablo dijo e esta es la razón por la que en todas estas cosas somos más que vencedores y súper victoriosos. Y con un gozo que no tendríamos sino fuera por esas mismas cosas que aparentemente nos van a vencer.
Las olas enormes que asustarían a un nadador común producen gran emoción en el surfista que se ha deslizado sobre ellas. Apliquemos este ejemplo a nuestras circunstancias. Aquello que tratamos de evitar y contra lo cual luchamos, tribulación, angustia y persecución es lo mismo que produce en nosotros un gozo sobreabundante. Somos más que vencedores por medio de Él en todas estas cosas; no a pesar de ellas, sino en medio de ellas. Un santo nunca conoce el gozo del Señor a pesar de la tribulación, sino por causa de ella. Pablo dijo: "Sobreabundo de gozo en medio de todas nuestras tribulaciones", 2Co_7:4.
El resplandor que no mengua con las circunstancias no se fundamenta en algo pasajero, sino en el inmutable amor de Dios. Y las experiencias de la vida, terribles o rutinarias, no tienen el poder de afectar el amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom_8:39).