2 Corintios 6:4
Cuando no tienes ninguna visión de Dios, cuando no hay entusiasmo en tu vida y nadie te observa ni te anima, entonces necesitas de la gracia del Todopoderoso para dar el siguiente paso en tu consagración a Él, en la lectura y estudio de su Palabra, en tu vida familiar, en tus obligaciones. Para tomar ese paso se requiere muchísima más gracia de Dios y una conciencia mayor de cómo recurrir a Él, que para predicar el Evangelio.
Todo cristiano debe ser partícipe de lo que fue la esencia de la encarnación de Jesús, convirtiendo el siguiente paso en realidades concretas y alcanzándolo con el esfuerzo de sus propias manos. Perdemos el interés y flaqueamos cuando no hay ninguna visión, ánimo, ni progreso, sino la rutina de siempre, las labores triviales. Lo que realmente da testimonio a largo plazo de Dios y de su pueblo es el trabajo persistente y continuo, incluso cuando otras personas no lo pueden ver. La única manera de vivir una vida victoriosa es si tienes la mirada puesta en Dios. Pídele a Él que mantenga los ojos de tu espíritu abiertos al Cristo resucitado y será imposible que la monotonía te desaliente. Nunca le des cabida al pensamiento de que algunas tareas están por debajo de tu dignidad o que son demasiado insignificantes para ti y recuerda el ejemplo de Cristo en Jua_13:1-17.