Sao Paulo, 28 dic (PL) El número de muertos por las inundaciones y deslizamientos de tierras originados por las intensas lluvias en el estado brasileño de Minas Gerais aumentó hasta 21, confirmó hoy la Defensa Civil.
Un informe de esa organización gubernamental señala que tres personas fueron encontradas sin vida en las últimas horas; dos fallecieron ahogadas en la ciudad de Virgolandia, anegada casi completamente y un joven de 17 años de edad pereció aplastado por la caída de un árbol durante un vendaval en el poblado de Buritizeiro.
Otro ciudadano sigue desaparecido en Virgolandia y según la Defensa Civil, se incrementó de 51 a 84 la cifra de municipios afectados por estas precipitaciones que azotan el sureste de Brasil desde hace 12 días.
Hasta el momento, de los más de 10 mil damnificados, unos siete mil se refugiaron en casas de familiares y amigos, mientras 116 viviendas quedaron destruidas y otras siete mil 99 sufrieron daños parciales.
En un recorrido realizado la víspera por el municipio de Gobernador Valadares, en el noreste de Minas Gerais, la presidenta del país, Dilma Rousseff, se mostró impresionada por la magnitud del desastre causado por la crecida del río Doce y las amplias áreas anegadas, así como por los deslizamientos de tierra.
Rousseff anunció el envío de más ayuda humanitaria, en especial, agua potable, alimentos, mantas y colchones e instó a las tropas del Ejército y de la Defensa Civil a actuar con rapidez para evitar más muertes.
Hay que proteger a la población y cuando las precipitaciones acaben, iniciar la reconstrucción, subrayó la mandataria, quien el martes último visitó también municipios el estado de Espíritu Santo, afectado igualmente por los aguaceros.
De acuerdo con datos de la Defensa Civil de ese territorio, la cifra de fallecidos asciende a 23, mientras más de 60 mil personas fueron evacuadas.
El más reciente pronóstico meteorológico indica que las precipitaciones disminuyeron en algunas zonas del sureste del país y en otras cesaron, pero continúan anegadas varias localidades, lo cual impide el inicio de labores de reconstrucción.