Queridos hijos, llegó la última hora. Ustedes han oído que el Anticristo viene, y ya han surgido muchos anticristos. Por eso sabemos que la última hora ha llegado.
Esas personas salieron de nuestras iglesias pero, en realidad, nunca fueron parte de nosotros; de haber sido así, se habrían quedado con nosotros. Al irse demostraron que no eran parte de nosotros. Pero ustedes no son así, porque el Santo les ha dado su Espíritu, y todos ustedes conocen la verdad. Así que les escribo no porque no conozcan la verdad, sino porque conocen la diferencia entre la verdad y la mentira.
¿Y quién es un mentiroso? El que dice que Jesús no es el Cristo. El que niega al Padre y al Hijo es un anticristo. El que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; pero el que confiesa al Hijo tiene al Padre también.
Por lo tanto, ustedes deben seguir fieles a lo que se les ha enseñado desde el principio. Si lo hacen, permanecerán en comunión con el Hijo y con el Padre; y en esta comunión disfrutamos de la vida eterna que él nos prometió. Les escribo estas cosas para advertirles acerca de los que quieren apartarlos del camino. Pero ustedes han recibido al Espíritu Santo, y él vive dentro de cada uno de ustedes, así que no necesitan que nadie les enseñe lo que es la verdad. Pues el Espíritu les enseña todo lo que necesitan saber, y lo que él enseña es verdad, no mentira. Así que, tal como él les ha enseñado, permanezcan en comunión con Cristo. Y ahora, queridos hijos, permanezcan en comunión con Cristo para que, cuando él regrese, estén llenos de valor y no se alejen de él avergonzados. Ya que sabemos que Cristo es justo, también sabemos que todos los que hacen lo que es justo son hijos de Dios.