La Procedencia del Espiritu Santo

La Profesión de Fe o el Credo como tal fue redactada en los Concilios Ecuménicos de Nicea y Constantinopla en el texto del Credo se expresan las verdades fundamentales de la Fe Cristiana. 
Una de las clausulas del Credo que habla sobre la procedencia del Espíritu Santo la cual decía Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre fue modificada en un Concilio que solo se celebró en Occidente en la ciudad de Toledo agregando a la cláusula las palabras y del Hijo de tal manera que la frase completa dice Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo
Cabe mencionar que dicho Concilio no contó con la presencia de los patriarcados de Oriente lo cual tendría que haber sido necesario para que tuviera validez la añadidura.
Dijo el Señor: Jua 15:26  Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 
El credo dice: …y en el Espíritu Santo que procede del Padre.
Este credo fue confirmado por los Concilios Ecuménicos, los cuales prohibieron cualquier adición o cambio, y sigue siendo respetado por todas las Iglesias Orientales y Occidentales antes del cisma y en él está resumida toda la verdad de la doctrina cristiana.
La Iglesia Ortodoxa ha conservado el credo original sin alteración, en cambio la Iglesia Católica Romana aumentó al artículo octavo las palabras …y del Hijo quedando así este artículo: …que procede del Padre y del Hijo
Esta adición al Símbolo de la Fe, comenzó en España en el siglo VI, trasladándose posteriormente a Francia, siendo rechazado por las demás Iglesias. 
El Papa León III, el Grande, mandó imprimir este Credo en dos láminas de Plata, en griego y en latín, sin la palabra: y del Hijo colocándolas en las puertas de la Catedral de San Pedro en Roma, declarando que lo hacía para conservar el Símbolo de la Fe intacto, como lo declararon los dos primeros concilios Ecuménicos.
Pocos años después, ascendió el Papa Nicolás, quien oponiéndose a su antecesor, permitió que fueran agregadas las palabras …y del Hijo en el Credo.
El gran Patriarca Focio protestó por esta añadidura. El Papa Juan VIII prometió corregir el error, pero los Papas sucesores de él lo conservaron, aceptándolo hasta la actualidad la Iglesia de Roma.