El lago de fuego

“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apo_20:15).

El tema del infierno genera una enorme resistencia en el corazón humano. Esta resistencia se expresa muy a menudo en la pregunta: “¿Cómo puede un Dios de amor haber creado un infierno eterno?”
Si Pablo contestara esta pregunta probablemente diría: “¿Quién eres tú para que alterques con Dios?” o “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso”. Lo cual quiere decir: la criatura en realidad no tiene derecho para cuestionar al Creador. Si Dios ha creado un infierno eterno, tiene razones válidas de sobra para haberlo hecho así. No tenemos derecho a dudar de Su amor o Su justicia. Aun así, se nos ha dado suficiente información en la Escritura para vindicar a Dios en este asunto.
En primer lugar, sabemos que Dios no hizo el infierno para el hombre, sino para el diablo y sus ángeles (Mat_25:41).
También sabemos que no es el deseo de Dios que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2Pe_3:9). Cuando una persona va al infierno, causa una gran pena al corazón del Señor.
Es el pecado del hombre lo que causa el problema. La santidad, justicia y rectitud de Dios demandan que el pecado sea castigado. El decreto divino es: “El alma que pecare, ésa morirá” (Eze_18:4). Dios no es arbitrario. Es la única actitud que un Ser Santo puede adoptar hacia el pecado.
Dios pudo haber dejado así este asunto. El hombre pecó, por lo tanto, que muera.
Pero el amor de Dios intervino. Para que el hombre no pereciera eternamente, fue al extremo para proveer un camino de salvación. Envió a su Hijo único a morir como Sustituto en lugar del hombre pecador, pagando el castigo a su favor. Fue una gracia maravillosa de parte del Salvador el llevar los pecados del hombre en Su cuerpo sobre la Cruz.
Ahora Dios ofrece vida eterna como un don gratuito a todos los que se arrepienten de sus pecados y creen en el Señor Jesucristo. No salvará a los hombres contra su voluntad; deben escoger el camino de la vida.
Dios ha hecho todo lo necesario y mucho más de lo que podría esperarse. Si los hombres rehusan Su libre oferta de misericordia, no hay alternativa. El infierno es la elección deliberada de aquellos que se niegan ir al cielo.

Acusar a Dios de haber creado un infierno eterno es completamente injusto. Pasa por alto el hecho de que él despojó al cielo de lo Mejor que había en él para que lo peor de la tierra jamás conociera las agonías del lago de fuego.
MacDonald